Tormenta de Fuego
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capitulo 8: cayendo en las sombras

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Mensaje por Jinn de helios Sáb Ene 31, 2009 9:11 pm

Era el siguiente lunes el dia que decidieron reunirse de nuevo, Jinn había sugerido el lote baldío cerca de la escuela, pero le recordaron que lo habían destruido mientras peleaban la ultima vez, atrayendo la atención hacia el lugar y provocando que algún empresario quisiese construir allí, el parque tampoco era opción, por la reciente catástrofe, los policías daban sus opiniones de expertos y se ponían a trabajar… lo cual significa que se quedaban como tarados por espacio de media hora mirando hacía el parque, tratando de sacar una conclusión lógica para un asunto inusual.
Algunos de ellos dijeron que el agujero en el suelo y los cuervos y todo era un montaje premeditado para algo mas grande, una distracción para robar o algo así, y aunque les dijeron que no podía ser, ya que los cadáveres eran muy reales (demasiado reales), la ley dijo que todo lo tenía bajo control, y trajeron a un topógrafo para buscar el agujero que seguramente los responsables habían tapado (y que obviamente no encontraron ya que no tenían como sospecha una guerra entre el cielo y el infierno)
El mundo entero se había volteado a ver lo que pasaba en este país, considerado de tercer mundo, en el que nunca pasaría nada interesante, que ahora tenía a los políticos y las autoridades movilizadas diciendo que todo estaba bajo control, que todo regresaba a la normalidad, y en algunos lugares, que nada había pasado.
Pero claro, que se puede esperar de quienes no tienen idea de lo que realmente sucede… ya que por supuesto, nada estaba bajo control, todo estaba mas que raro, no normal, y claro que había sucedido algo.
Por fin y sin más sugerencias, Arnes había sugerido su propio apartamento, ya que les permitía vigilar lo que hacía la policía, por si afectaba de alguna manera sus planes, así que, después de la escuela, todos fueron a donde el vivía para discutir los parámetros de su búsqueda y que Keidis les explicara que era ese artefacto que prometía aclarar sus dudas.
El Ojo del Infierno-comenzó Keidis, haciendo una pausa para asegurarse de que todos pusieran atención- es un artefacto creado para ver lo que bajo circunstancias normales no se puede saber.
Entonces nos dejaría saber el plan de Lucifer ¿no es así?- conjeturó Arnes.
Así es-le aseguró Keidis- pero no es tan sencillo como ir y preguntar, como si fuera una esfera de cristal.
¿De que hablas?- preguntó Jinn, quien empezaba a pensar que no quería saber la respuesta. Keidis dijo- el Ojo está en el noveno círculo del infierno, el área más pequeña, pero también la más peligrosa y lejana de todas.
A ninguno de ellos le hacía gracia tener que ir al más lejano rincón de las sombras, era algo arriesgado, difícil, y sobre todo, estúpido, pero si era necesario para salvar al mundo, que se le iba a hacer.
Para llegar ahí,- siguió explicando Keidis- hay que pasar por encima de los demonios mas poderosos y antiguos de todos, y al llegar al noveno círculo, hay que pasar por una de las 13 puertas del infierno… robándole la llave al guardián del infierno.
¡Pero que dices!- exclamó Karen- no es un demonio cualquiera, es uno de los primeros que existen, y sin duda de los mas poderosos.
No lo entiendo, ya nos avisó de que Lucifer tiene un plan, y de la profecía, ¿Por qué no nos dejaría pasar?- le cuestionó Arnes, claro que Keidis tenía una respuesta- su trabajo es cuidar las 13 puertas, y de ese trabajo depende el equilibrio, es por eso que tiene mayor conciencia de las consecuencias del plan de Lucifer.
Pero las puertas infernales no son comunes, quizá nuestra única oportunidad de ir al infierno fue ayer y la desperdiciamos-dijo Karen.
Eso no es ningún problema- les aseguró Keidis.
Le preguntaron a que se refería, claro, después de que Karen le hubo explicado la remota posibilidad de encontrar una puerta infernal, ya que no podían sentirlas como a los demonios, y para cuando encontraban a uno, la puerta ya debía estar lejos.
Pero Keidis repitió que eso no era problema… y desenvainó la daga que traía atada a la cintura.
La daga no era lo que todos imaginaban ver, la empuñadura era negra, con unos hilos de oro entrelazados, el filo y todo el resto de la daga eran de un rojo brillante, pero por alguna razón, al verla se sentía como si no estuviese ahí, como si fuera una alucinación.
¿Qué es eso?- quiso saber Jinn, hipnotizado por el efecto visual que parecía ofrecer.
Esta daga es la única de su tipo- explicó Keidis- está hecha con colmillos de gato y un poderoso hechizo, solo con esta daga, se pueden crear puertas infernales a voluntad.
Entonces… ya no hay nada más que discutir- dijo Arnes- ¿Cuándo nos vamos?
Mañana por la mañana, así tendrán tiempo de despedirse de quienes les importen, ya que es probable que no regresemos, aún así, no tenemos permitido fallar- declaró Keidis y entonces todos se fueron a sus respectivos hogares.
Ninguno de ellos tenía algún amigo o familiar del que despedirse, pero no lo dijeron por que lo que se hace cuando uno tiene enfrente la posibilidad de la muerte, es disfrutar lo que queda de vida.
Arnes disfrutaba enormemente su soledad, así que compró unos cuantos libros nuevos, esta vez sobre finales felices y cursilerías, que como no eran muy de su estilo nunca había tratado de leerlos, así que pasó el resto de la tarde leyendo algo que tal vez no habría sido tan malo probar.
Jinn vivía en una casa pequeña, de las que nadie tiene porque solo hay espacio para una sola persona, tampoco tenía ningún amigo o familiar o algo así, solo pudo reflexionar que hubiera pasado si sus padres no hubieran muerto, si ese demonio no se hubiera poseído de el… y si no hubiera matado a Lila.
Karen nunca había tenido miedo al enfrentar a los demonios, pero ahora iba a pelear con ellos y con ventaja de casa, experimentaba dudas y no sabía como es que había ido a parar en semejante embrollo, aún así, alistó su alabarda para que estuviera en condiciones de pelear con los demonios mas fuertes… lo iba a necesitar.
Keidis ya se estaba arrepintiendo de haber sugerido buscar el Ojo del Infierno, ni siquiera el había estado en el noveno círculo, el nivel del infierno reservado para los soldados más fuertes, se preguntó que es lo que impulsaba ese gesto suicida de bondad, no pudo descifrarlo, pero lo que si pasó es que se dio cuenta de que ya no había marcha atrás.
Ninguno de ellos pudo dormir esa noche.
Al otro dia, se reunieron en la explanada detrás de la escuela, que normalmente estaba completamente vacía por las mañanas, Keidis y Karen llegaron sin problemas a la hora acordada, sin que nadie los viera en la escuela ya que entraron usando sus poderes hasta allí, pero Jinn y Arnes tuvieron que engañar a los profesores para pasar a la explanada (nos dijo el de deportes que debíamos estar ahí, y por cierto, gracias a usted, correremos 100 vueltas).
A las 9:00 am del martes, ya todos estaban preparados para su viaje a las entrañas de la oscuridad.
¿Están listos?- preguntó Karen, con un tono que dejaba implícito que ella no lo estaba, y de hecho, nadie lo estaba.
Aunque eso no les impedía tratar de estarlo, Karen tenía su alabarda dispuesta y ella misma estaba transformada en ángel, Arnes traía desde luego sus espadas, con las que había practicado un rato en la azotea del edificio.
Keidis llevaba lo de siempre, mas unas cuantas armas que tal vez serían útiles, una ballesta en su espalda, un par de pistolas enfundadas delante de sus hombros y unos cartuchos extra de municiones.
Jinn no tenía más que un crucifijo que hasta hace unas horas estaba en el escritorio de su casa, le buscó una cadena y se lo colgó al cuello.
Sin más preámbulo, Keidis desenfundó la daga, la clavó en el pasto de la explanada, recitó unas palabras impronunciables, y rasgó el suelo, pero no era una huella en la tierra, era del mismo color que el agujero que vieron en el parque (obvio), pero su forma era la de un desgarrón en una manta de seda.
Es hora de irnos- dijo Keidis, con el tono en que un clérigo daría fin a la ceremonia de un entierro, y entonces se miraron unos a otros… todos menos Jinn, quien estaba de espaldas a los demás, con la vista fija en el edificio de la escuela (que no tenía ventanas de ese lado, en un vano intento de evitar que los estudiantes se distrajeran).
Por supuesto que los demás creyeron que el miedo se había apoderado de los pensamientos del chico, y Karen quiso acercarse para animarlo, pero en ese momento se volteó hacia ellos…
Había una cruel sonrisa dibujada en su rostro…
Jinn de helios
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