Tormenta de Fuego
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Capitulo 17: Dos Minutos de Tortura Nocturna

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Mensaje por Jinn de helios Jue Mar 19, 2009 9:08 pm

Karen se preguntó que pasaba ahora, Arnes estaba arrodillado en el piso, dando arcadas y sin poder mantener el equilibrio, ella no pensaba que la herida que pudiera causar una pluma fuera tan terrible como para no poderse mantener en pie, y por supuesto, su actitud dura y franca le hizo cuestionarse el verdadero poder de su acompañante.
Pero mientras la veterana guerrera pensaba que Arnes era un debilucho sin sentido alguno del combate decente, Keidis sabía a la perfección lo que le sucedía…
“demonios, estamos todos muertos”
Y es que Keidis conocía la técnica de Kysumi, la guerrera que nunca había perdido un combate ahora acababa de jugar la ultima carta de su mano, la que al parecer le daba el triunfo en la partida, había oído las historias de la terrible muerte que aguardaba a quien se enfrentara a la guardiana de la cuarta puerta del infierno, si esas historias eran algo más que eso, entonces las posibilidades de llegar al Ojo del Infierno se habían reducido a poco más que la esperanza de un milagro…
Y eso es algo que los demonios no esperan…
Casi como leyendo su mente, Jinn cuestionó al demonio que era lo que le sucedía a Arnes, este respondió lentamente, sabiendo que era información poco valiosa si estabas en riesgo de sufrirlo en carne propia- Nadie ha pasado por el cuarto círculo del infierno, la guardiana ha liquidado a todos aquellos que lo han intentado desde que tomó el puesto, pero como todo guerrero que se precie de serlo, en algún momento tuvo que estar al borde de la derrota, para cuando eso sucediera, ella desarrolló el veneno más letal que jamás se haya visto, cuyo antídoto solo es conocido por ella misma, ahora mismo Arnes está siendo victima de el…-
Jinn ahora tenía la mirada clavada en Arnes, contemplando la agonía en la que se debatía para seguir luchando, aferró la cruz que colgaba de su pecho, preguntándose si la mano de Dios alcanzaba las profundidades del infierno.
Arnes seguía con constantes arcadas, tan continuas que le impedían respirar. Su visión se hacía difusa y lo mareaba, lo único que por lo visto se mantenía estable era su oído, y daba gracias por ello, si no, seguramente habría perdido el conocimiento en cuanto sintió el pinchazo de dolor que le causaba el veneno.
-Cobarde…-balbuceó Arnes, quien por un momento perdió el sentido de lo que estaba diciendo- ¿Acaso tienes miedo… de pelear justamente?
-Que triste- dijo la chica, poniendo una burlona cara de melancolía- Que un gran guerrero de la estirpe suprema sea salpicado con la debilidad de los humanos… ah… aquellos tiempos-añadió con aire soñador.
-Peleemos en las mismas circunstancias…- la voz de Arnes se hacía más débil con cada palabra que pronunciaba, como si estas se llevaran pedazos de su aliento- así… veremos quien es el mejor-
-Pero si es casi tierno- dijo ella, tan alegremente que parecía que eran amigos-un guerrero tan afamado en sus tiempos, tan vulnerable, tan débil… tienes menos de dos minutos de vida… ¿sabes?
El escalofrío que el grupo sintió llegó hasta ellos como el impacto de una bomba, casi como cuando cuentas los segundos después de ver un rayo para sorprenderte con lo increíblemente cerca que estuvo de ti.
Dos minutos… y entonces…
En un acto inesperado, Kysumi clavó su lanza al suelo y dio un par de pasos hacia Arnes, quien logró incorporarse sobre sus rodillas, controlando un poco sus nauseas, la chica comenzó a hablar.
-Te voy a decir un secreto-le dijo-el único antídoto para el veneno es la otra pluma en mi hoz, llámale a esto “último deseo”-su sonrisa era tan inocente como oscura era su alma, y Arnes casi no tenía fuerzas, aun así, se levantó lo mejor que pudo y atacó a Kysumi.
Pero cuando lo hizo, sus movimientos eran excesivamente lentos, y su oponente le evadió sin dificultad alguna. Ella devolvió el ataque y lo estrelló contra un árbol, los demás hicieron ademán de ir y ayudar a su aliado, pero el les dijo que se mantuvieran a raya, se le ocurrió que tal vez necesitaba hacer tiempo para pensar en algo, aunque eso era lo que más escaseaba.
-Si en verdad quieres concederme un último deseo-dijo Arnes, ante los ojos expectantes de todos ahí reunidos-dime lo que sabes de mi pasado… ¿Quién soy?
Por extraño que pareciera, Kysumi ya esperaba que Arnes preguntara lo que sabía, y no le iba a negar algo de información a una victima que no iba a usarla…
-Tú, mi amigo, eras uno de nuestros aliados más fuertes… un guerrero solitario con la fuerza de un ejercito, hasta ese día…-
-¿De que hablas?- ni siquiera Arnes estuvo seguro de si en realidad había pronunciado esas palabras, pero de igual forma, la chica demonio contestó a su pregunta.
-Lo que pasó ese día, hace ya seiscientos años, fue que te ordenaron emboscar a una tropa de ángeles, una orden que venía directamente de Lucifer, pero regresaste derrotado por completo…
Arnes solo prestaba la mitad de la atención a lo que decía a chica, lo demás de su concentración estaba en buscar una salida al callejón en el que estaba metido, si no, entonces iba a tener problemas.
-¿Qué pasó después? ¿Por eso ahora no recuerdo nada de mi pasado?- a Arnes se le antojaba algo muy exagerado, estaba seguro de que algún otro demonio ya debía de haber fracasado su misión, pero Kysumi le sacó de dudas
-La razón de que fueras desterrado de nuestro plano, es por que además de fracasar tu misión, cuando se te dio la oportunidad de redimirte, tú la desaprovechaste por sucumbir a la piedad-dijo ella, sus ojos brillaron con fulgor infernal en cuanto dijo estas palabras, y causó gran sorpresa en los tres chicos, pero no en Arnes, el todavía tenía algo que averiguar, pero se sentía peor de lo que se imaginaba, y según su cuenta (si se había concentrado lo suficiente) le quedaban treinta segundos de vida, así que decidió aprovecharlos.
-¿Qué es lo que hice?- exhaló, más que dijo, Arnes al tratar de formular un plan para salir de su riesgosa situación, pero para su sorpresa, la chica retrocedió, saco su hoz del suelo y se puso en guardia.
-Lo siento, pero como te imaginarás, el tiempo vuela, y parece que tú tienes prisa por irte- lo que sucedió a continuación, ocurrió en un parpadeo…
Ella lo atacó con toda su velocidad, sin que nadie pudiera mover un músculo o reaccionar de cualquier forma…
Cinco segundos…
Nadie excepto Arnes…
Cuatro segundos…
Ella lanzó la hoja de la hoz para terminar de una vez con Arnes…
Tres segundos…
El levantó la mirada, que por primera vez reflejaba resignación en toda una vida de frialdad…
Dos segundos…
Keidis se arrepintió de no haber reaccionado antes, Karen ahogó un grito desesperanzado y Jinn se preparó para disparar un relámpago y vengar a su aliado caído…
Un segundo…
A continuación, todo cambió sin que nadie se lo esperara, pues la hoz de Kysumi se estrelló contra el árbol, y para cuando todos se dieron cuenta, la pluma ya no estaba en el arma, sino clavada en la pierna de Arnes.
Este último respiró profundamente, saboreando el aire que se sentía tan bien sin las nauseas y las recurrentes arcadas, y asombrado por la rapidez con la que el antídoto actuó contra el veneno, se sentía como vuelto a nacer, tanto así, que por un momento su rostro tuvo el amago de una sonrisa…
Sus compañeros tardaron un rato en procesar lo que había pasado justo frente a ellos, pero en cuanto lo hicieron, no pudieron contener la alegría, lo contrario a Kysumi, cuyos ojos brillaban con odio y fiereza, lamentando el hecho de haberle revelado el secreto de su arma secreta, aunque jamás hubiera sospechado que se pudiera mover con tal velocidad estando afectado por el veneno de su hoz.
Sin embargo, luego de un momento su rostro se suavizó, y se dio cuenta de que sería el mejor combate de su vida.
-Eres realmente bueno, no me hubiera imaginado que eras tan rápido, pero eso no es todo lo que puedo hacer- dijo ella, preparándose para lo que seguramente era la última parte del combate.
Arnes volvió a tomar una profunda bocanada de aire, cada una le parecía tan dulce como la miel, no podía creer lo bien que uno podía llegar a sentirse después de haber estado al borde de la muerte, luego de un momento, se puso en guardia para continuar luchando.
Esta vez, la pelea fue veloz e intensa, los dos contrincantes trataban de hacer retroceder al otro, lanzando rápidos y certeros ataques sin poder mejorar la velocidad de su oponente, después, se separaron unos metros, y para sorpresa de Arnes, ella le apuntó con su hoz, cuyo filo comenzó a brillar de un color azul claro.
-¡Garra de Cristal!-entonces de la hoz de Kysumi disparó un rayo del mismo color, que cubría de hielo todo cuanto tocaba y viajaba a gran velocidad, Arnes se hizo a un lado para esquivarlo, pero no fue lo suficientemente rápido y el ataque lo tocó en la pierna, dejándola congelada hasta la rodilla, ella sonrió mientras se daba cuenta de que prácticamente ya tenía el encuentro ganado.
-Es muy irónico, nadie había visto jamás esta técnica- su arma comenzó a brillar con más intensidad que hace un momento- pero parece que será lo último que veas… ¡Garra de Cristal!
Lo único que le vino a la mente a Arnes fue levantar sus espadas hacia el frente, a sabiendas de que eso no le iba a ayudar…
Pero al parecer, el instinto era su mejor arma, puesto que cuando levantó las katanas, estas dejaron ver su forma, como si estuvieran hechas de energía azul y roja respectivamente, y fue entonces cuando a su mente llegaron imágenes de su pasado…
Había estado en una situación así antes, alguien le disparaba un ataque, y el hacía algo increíble…
Supo que hacer en ese momento, como cuando alguien da la respuesta a una pregunta que ya había olvidado, se concentró en su poder y en la energía atrapada delante de el…
Lo recordó sin problemas…
-¡Espejo Infernal!- la energía del ataque se introdujo en sus espadas y Arnes golpeó el aire para expulsarla y regresarla a la muy sorprendida Kysumi, cuando se dieron cuenta, lo que había en su lugar era una estatua de hielo, con un rostro extremadamente asombrado.
Los chicos se acercaron a Arnes, quien no podía mantenerse en pie, por que su pierna estaba congelada y porque el último movimiento había minado considerablemente sus fuerzas.
Jinn tenía la solución al primero de sus problemas, usando su energía de fuego para liberar la pierna de Arnes.
-Va a tardar un poco de tiempo, pero valdrá la pena- dijo Jinn- por que no revisan ustedes la puerta para ver como abrirla
-Si papá, lo que tú digas- dijo Keidis, con tono infantil, y fue junto con Karen a revisar la puerta, hay que decir que era muy gracioso verlos tratando de evitarse el uno al otro.
-Genial, ni idea de cómo abrirla- anunció Karen, un momento después, justo cuando Jinn terminaba de descongelar a Arnes, quien se acercó un poco a la puerta para ayudar a todos a cruzar al quinto círculo.
-¡oye, te estas quemando¡- oyó decir Arnes a Keidis, este miró su pierna por puro instinto, y vio que de hecho, su pantalón se estaba quemando, su reacción fue bastante hilarante, puesto que se puso a rodar de un lado a otro justo después de correr de la misma manera, luego se levantó y se dio cuenta de algo…
-miren esto…-dijo Arnes, cortando las risas de los demás con su frialdad, ellos se acercaron a ver lo que el les indicaba
El objeto en cuestión era un pequeño segmento del muro, en el cual estaban talladas algunas figuras de demonios, uno atacaba al otro, y este lanzaba el ataque hacia la puerta infernal…
-que irónico, y bastante obvio- rio Jinn, pero Arnes solo se movió frente a la puerta sin decir una palabra.
-atácame-dijo Arnes sin ningún miramiento.
-espera-contestó Jinn-no podemos arriesgarnos a nada, hay que practicarlo un poco-
Arnes accedió, y usando ataques de bajo poder, Jinn disparaba a Arnes, para luego esquivar el ataque cuando este regresaba a la puerta movido por el poder de Arnes, después de un rato, decidieron que ya manejaban la maniobra lo suficientemente bien como para que ninguno de los dos terminara rostizado…
-¡Llamas de Fénix!-el ataque de Jinn se dirigió con rapidez hacia Arnes, pero el respondió con un frio calculo.
-¡Espejo Infernal!-el chico estuvo a punto de ser eliminado por su propia técnica, afortunadamente logró moverse con la suficiente velocidad para evitarlo, y las llamas, potenciadas por el poder de Arnes, cayeron directamente sobre la cerradura de la puerta infernal, esta comenzó a temblar, y dio la impresión de que había un terremoto, las bisagras soltaron un chirrido que más bien parecía un rugido, y comenzaron a ceder hacia adentro.
Inmediatamente sintieron algo que les causó temblores, no solo por el inaudito cambio en el clima, sino por la maldad que despedía este mismo, una oscuridad espiritual que parecía una bestia encadenada durante mucho tiempo, ahora había sido liberada y exasperada por los siglos de encierro.
Cualquier palabra que pudieran haber dicho en ese momento, quedó congelada en sus gargantas, se acercaron despacio a la puerta…
No era para menos, pues la certeza que habían tenido al entrar al infierno y todo el camino hacia acá se había esfumado por completo, Keidis nunca había estado más allá de esta área, y si alguien estaba nervioso y tenía razones para estarlo, ese era Jinn.
-Vamos-dijo Arnes con expresión gélida, a pesar de que en el fondo estaba emocionado por el descubrimiento de su nueva técnica-ya no hay nada que hacer aquí.
Jinn fue el último en entrar por la puerta, y antes de eso, vio una figura extraña entre los árboles, entonces, tomó la cruz que colgaba de cuello y se internó en las sombras…
En una camioneta aparcada a las afueras de un oscuro callejón, estaba un reportero que tomaba café y su noveno-último cigarrillo, sus nervios estaban al límite desde que todo esto había comenzado.
-“veinte minutos y ya”-se dijo el reportero, citando las palabras de su compañero-“no se están moviendo”
Y es que de los veinte minutos que había dicho el hombre, llevaba poco menos de una hora allá fuera sin que se oyera nada de el, había salido, según el, a filmar a los demonios que seguían quietos y parados en las calles como monumentos de tiempos más oscuros.
Lo irónico en todo el asunto, es que el jamás había sido una persona religiosa, y cuando empezó el ataque demoniaco, el y su consternada familia se habían ido a uno los muy apretados refugios subterráneos, hasta que el imbécil del director había pedido grabaciones de los demonios.
En el instante en el que se le ocurrió pensar que a su compañero ya lo debían haber devorado y tomaba las llaves de la camioneta para ir por otra cajetilla de cigarros, el hombre entró a la camioneta con la cámara en mano y una gran sonrisa.
-Te juro que esto se va a ganar un Pulitzer- dijo, mientras extraía la cinta de la cámara al reproductor en la camioneta, el otro sujeto extrañaba sus cigarros mientras miraba las imágenes que había grabado su compañero.
-Esto no me agrada-dijo con voz temblorosa.
-¿Qué te pasa? La toma es muy buena, la iluminación…-
-no, no es eso…-
-¿entonces? No me digas que crees que el mundo se va a acabar por estas cosas.-
-No, claro que no- respondió en tono sarcástico- toda la semana que nos estuvieron atacando fue obra de mi imaginación-
-Bueno, bueno, lo único que digo es que…-
No terminó la frase, puesto que en ese momento sintieron un temblor enorme, seguido de un atronador rugido, y luego como algo trataba de volcar la camioneta…
-¡Enciende la maldita camioneta!- gritó el primero, y su compañero tomó rápidamente las llaves, pero no podía encender el motor…
-¡uta ma…!-esta vez si iban a morir, “maldita la hora en la que me convencieron de hacer esto”.
Ahora que tenía la certeza de que iba a morir, se le ocurrió hacer su primera plegaria, y para su enorme sorpresa, el motor comenzó a andar y salieron rápidamente del lugar.
-¡Ahora si la vi cerca! Que suerte tuvimos ¿no?-
-Si… que suerte…-respondió, pensando que tal vez había cosas que valía la pena cambiar…
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