Tormenta de Fuego
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capitulo 10: fuego eterno

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Mensaje por Jinn de helios Sáb Ene 31, 2009 9:13 pm

Los chicos no se pusieron a descansar en una situación así, pero ya que habían llegado sin ningún problema, trataron de ir de la manera más sigilosa posible, y lo más complicado, evitando las constantes explosiones de lava ardiente que salía del suelo en el momento menos esperado.
Mientras caminaban (o saltaban, ya que era lo que se requería para no acabar rostizado), los demás le habían explicado a Jinn lo que pasó cuando su demonio interno despertó y puso en peligro a todos en la escuela.
¡Vaya!- exclamó Jinn- ¡ja! Se lo merece, bastardo.
El único inconveniente es que ya no podrás transformarte en el- le aclaró Karen, a lo que Jinn contestó, casi riendo- no le veo problema alguno.
Lo que si tenía problemas era el camino: el sofocante calor y las frecuentes erupciones hacían que el camino fuera… bueno, un infierno, pero eso no les detenía en lo más mínimo, seguirían para alcanzar su meta, hasta el agrio final.
Mientras tanto, en este mundo, se reportaban montones de ataques de monstruos, salidos de agujeros del suelo, se les había visto pelear contra seres luminosos de alas blancas (el escepticismo del mundo actual le impedía a la humanidad decir que eran ángeles y demonios), la mayoría de estos monstruos parecían buscar algo, ya que pasaban por todos lados, entraban en casas y edificios, lo destruían todo en un aterrador registro que nadie sabía con que fin, lo que la mayoría de las personas si tenía como certeza era una cosa…
El fin estaba llegando.
Entretanto, los chicos empezaban a darse cuenta que pasar del primer círculo iba a ser un juego de niños.
El primer círculo está reservado para los demonios mas débiles- explicó Keidis- aunque es el área más grande del infierno, no será problema llegar hasta la puerta que nos separa de este nivel y el siguiente.
Eso espero- dijo Karen- este lugar no es exactamente lo mas acogedor que hay.
Créeme- señaló Keidis, no solo a ella, sino a todo el grupo- habrá cosas peores.
Desde aquí, el camino era muy fácil, y justo cuando Keidis anunció que estaban cerca de la puerta, ante ellos se levantó, desde el suelo, un ejército de demonios, comandados por un jinete y su caballo llameantes, que se acercaban a toda velocidad a los chicos, quienes esquivaron fácilmente el golpe de espada que les envió.
¡Rayos!-maldijo Keidis- Lucifer se dio cuenta de que vinimos.
¿Y ha enviado un ejercito?- dijo Jinn- es un poco extremista ¿no lo creen?
No son más que basuras- afirmó Karen- pero sin una estrategia de batalla, será muy difícil vencerlos ¿alguna duda?
El grandote es mío- dijo Arnes, esbozando una sonrisa.
El jinete de fuego hizo una señal apuntando con su espada hacía los chicos, y todo su ejercito se abalanzó contra ellos, quienes también avanzaron corriendo contra los demonios.
Arnes se dirigió directamente hacia el jinete, despedazando a todos los soldados que se le interpusieron, y luego comenzó un duelo de espadas entre el y el general demoniaco.
Karen se divertía eliminando sin mucho problema a los demonios, rebanándolos con su alabarda o bloqueando sus ataques en el ultimo segundo, no eran oponentes dignos, pero servían como practica para los mas fuertes.
Keidis no tenía la necesidad de usar sus armas, se aferraba a alguno de ellos, desaparecía y reaparecía a varios metros de altura, lanzándolo en alguno de los numerosos cráteres ardientes, o ensartándolos en las lanzas de alguno de sus aliados.
¡Luz purificadora!- Jinn no perdía el tiempo, jugando como sus compañeros, el odio hacia los demonios en el era tan intenso que los eliminaba fría y rápidamente, lanzando ráfagas ardientes que eliminaban a tropas enteras.
En poco tiempo, solo el jinete y Arnes quedaban en pie.
La espada llameante del demonio se movía con agilidad, y junto con ese caballo, era un blanco difícil de golpear y parecía que Arnes iba a caer…
¡Vamos! Ya deja de jugar, tenemos poco tiempo- le conminó Jinn.
¡Ya que insistes!- Arnes atacó con tanta rapidez que el monstruo de fuego y su montura fueron desintegrados en muy poco tiempo.
Ya era hora- se quejó Keidis- pensé que no lo ibas a acabar jamás.
Bueno ¿Dónde esta la puerta?- cuestionó Karen.
Unos cincuenta metros adelante, si no nos detiene nada más- contestó Keidis- luego tendremos que ponernos en guardia.
Así que no siguieron perdiendo el tiempo y mantuvieron el rumbo hacia la dirección en la que Keidis los guiaba.
En la tierra, el numero de criaturas sobrenaturales aumentaba sin cesar, concentrándose en el área de Norteamérica, todos ellos buscaban algo mientras peleaban, los gobiernos del mundo entero estaban inmovilizados, los ejércitos que les enviaron para detenerlos, desmantelados en segundos, la gente se reunía en los templos religiosos de cualquier índole, donde varios seres de luz, con escudos y lanzas, se congregaban para defenderlos, la gente rezaba a sus dioses que les salvara, pareciéndoles insuficiente la defensa angelical cuando vieron caer a algunos de sus defensores, pero muchas otras personas seguían escépticas, atribuyendo la presencia de las criaturas a extraterrestres, mutaciones genéticas y experimentos secretos, en muchos casos, la fe de la gente declinaba por el horror, además, lo más impactante de todo era la actividad sísmica que se producía en el cráter Chiexulub, en el estado de Yucatán. La causa de esta inusual reacción en el lugar aún no había sido estudiada por los científicos, pero algunos de los expertos aventuraban a decir que el cambio en la tectónica del lugar era parecido a cuando un volcán nuevo iba a nacer, pero los gases expulsados por este no correspondían a dicho fenómeno, era como si un cuerpo extraño se estuviera levantando de las entrañas de la tierra, como si hubiera esperado desde el principio de los tiempos a salir de ahí.
Los chicos siguieron hacia la puerta, hasta dar con ella, pero abrirla no era cosa fácil: la puerta tenía un cerrojo que, según Keidis, solo se abría al mandar una llamarada de la suficiente temperatura a la puerta.
¿Que tanta?- preguntó Jinn, preparándose pues era el único con el poder de lanzar fuego.
Tan caliente como esas erupciones- contestó Keidis, señalando el camino que habían recorrido.
Jinn se concentró lo mas que pudo en llegar a la temperatura de las llamas del infierno (habían estado a punto de calcinarlo varias veces durante el viaje, así que imaginarlo no era gran problema) luego levantó las manos al cielo, para luego apuntar hacia la cerradura en la enorme puerta.
¡Llamas de fénix!- de sus manos salió disparado un chorro de fuego directo a la cerradura, pero no se abrió, Jinn tuvo que aumentar la intensidad del ataque hasta que el cerrojo se derritió para abrir la puerta, cosa que lo dejó exhausto.
Estoy bien- aseguró- solo debo tomar algo de aire.
La puerta se había abierto hacia afuera, dejando ver un agujero oscuro del que salía una extraña brisa, que aunque era un alivio con respecto al fuego infernal, se sentía áspera al contacto con su piel.
No nos vamos a quedar admirando la arquitectura ¿o si?- Keidis estaba impaciente- ya vámonos.
Y así como lo dijo, saltaron al agujero, sin saber lo que venía.
Jinn de helios
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