Capitulo 26: Recolector de Almas (parte 2)
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Capitulo 26: Recolector de Almas (parte 2)
-¿Qué les pasa a ellos?-preguntó Jinn, distrayendo su mente del dolor de sus heridas.
-El guardián se puso creativo y los obliga a cargar masivas capas de plomo bañado en oro-respondió Keidis, como si estuviera hablando de algún viaje turístico y no de métodos de tortura.
-Pues si no queremos terminar como antorchas decorativas, mejor hay que moverse-sugirió Karen, y empezó a abrirse paso entre la vegetación, con Keidis pisándole los talones, pero Jinn se detuvo un momento para indagar acerca de un contemplativo Arnes.
-¿Sucede algo?-preguntó Jinn.
Arnes salió discretamente de su ensimismamiento, sus pensamientos ocultos en su rostro frio como el hielo-No es nada-
Jinn no quedó del todo convencido, después de todo, el sabía lo que era ocultar los sentimientos, pero dado que el no tenía intención de hablar más, el chico no tuvo más remedio que dar media vuelta y comenzar a seguir a los otros, Arnes caminó lentamente en la dirección en que habían desaparecido sus compañeros, siguiendo su paso sin mostrar el menor esfuerzo.
De hecho Arnes si tenía algunas cosas en la cabeza, dando vueltas en ella desde que Kaim indujo esa ilusión en su cerebro, la visión le había dejado algo nuevo sobre si mismo.
Ya que en el momento en que empezó a masacrar a todos los que estaban en la fiesta y sus alrededores, solo una parte de su conciencia se mostró horrorizada, puesto que lo demás de esta incluso había disfrutado descuartizar a todas aquellas personas inocentes que le habían dado su confianza sin saber a lo que se atenían, aunque fuera todo un delirio.
En la zona anterior, a pesar de toda la sangre y la terrible batalla librada ahí, se las había arreglado para mantener su verdadera naturaleza bajo control, por más que la voz interna había tratado de tomar las riendas, Arnes se lo había impedido con increíble resistencia.
Probablemente estaba empezando a recuperar su vida anterior, lo que no sabía era que camino seguir después de que regresara a ser quien era, saberlo era la decisión más importante de su vida.
La pesada vegetación impedía al grupo darse cuenta de la criatura que los vigilaba entre las sombras…
Un rato después, Arnes se detuvo y murmuró-Demonios…-
Esto llamó la atención de los demás, que pararon y lo miraron como si fuera algo nuevo el hecho de que les dirigiera la palabra.
-Caímos como idiotas-continuó Arnes, ante el creciente desconcierto del resto del grupo.
-¿Qué te sucede?-quiso saber Karen.
-fíjense bien…-contestó en un tono de voz que podría congelar un lago-nos tienen rodeados…-
Hasta ahora, el cansancio, el hambre, y la vegetación habían contribuido a que no detectaran a las criaturas que salían de entre los árboles, pero cuando las descubrieron, estas no tuvieron más intención de ocultarse y salieron a la luz con paso lento pero firme.
Primero que nada, se estaban acercando unos demonios armados con hoces, y unas largas túnicas negras que les llegaban hasta los pies y les daban la apariencia de fantasmas, con rostros delgados, la carne pegada a su cráneo, sus ojos eran tremendamente vacios y siniestros, pero en adición a ellos, se encontraban unas criaturas de forma humana, con los ojos en blanco, piel pálida y pútrida, algunos de ellos desarmados, otros tantos sosteniendo mazos y espadas, todos ellos avanzaban lentamente, cojeando o arrastrándose, gimiendo lastimeramente en un sonido que causaba escalofríos.
-ahh…-soltó Jinn, mientras desenvainaba su espada entre muecas de dolor-a esto te refieres…-
La horda de demonios atacó sin más preámbulo, aunque los más rápidos eran los demonios de túnicas negras, los muertos vivientes eran igualmente letales ya que eran bastante numerosos, ambos grupos los estaban rodeando rápidamente, además, matarlos no era tan fácil como proponérselo y ya, todos manejaban el combate a un nivel envidiable.
-¡Tormenta de Acero!-Keidis usó su espada a velocidad de rayo, pero aún así, solo logró eliminar a dos de los demonios que los asediaban, cuyo numero se incrementaba a cada segundo sin que nadie pudiera detenerlos.
El grupo fue rodeado rápidamente…
-¿Tienen alguna idea?-preguntó Jinn, esperanzado.
-Pensaba en descuartizarlos a todos, pero eso ya no es opción-comentó Keidis.
-No debimos precipitarnos-se lamentaba Karen-teníamos que planear algo…-
Arnes evaluó sus posibilidades, el enemigo los había asediado con habilidad, no había manera en que pudieran matarlos a todos, además, el entorno no parecía ayudar, aunque…
-Prende fuego a los árboles, Jinn-clamó Arnes, sin ninguna prisa.
-¿Qué?-
-Incendia los árboles, ahora-repitió el.
Jinn no entendió el punto, pero de todos modos confiaba en que Arnes tenía un plan, así que le hizo caso.
-¡Fuego Celeste!-la maleza se abrió de repente, consumida por el fuego que Jinn había invocado sobre el cenagoso bosque, pero al parecer eso no cambiaba nada.
-¿Alguna otra idea?-reclamó Karen, pero Arnes no dijo nada, solamente esbozó una media sonrisa, corrió a través del ejército de no-muertos, evadiéndolos y distrayéndolos a gran velocidad, al pasarlos, usó sus katanas para cortar los árboles en llamas, lanzándolos con sus mismas armas hacia la legión de demonios.
Al parecer, el fuego los estaba distrayendo del combate, los demonios comenzaron a dispersarse, y cometieron errores en combate, lo que permitió al grupo rematarlos en el momento adecuado, aún eran numerosos, pero al parecer no podían soportar las llamas ni su brillo, sus habilidades parecían mermarse cerca de ellas, lo que les dio una mejor ocasión a eliminarlos.
Poco a poco, los demonios decidieron retirarse, puesto que sus perdidas y su desventaja los habían privado de la victoria.
Pero para celebrar la victoria, el grupo primero tuvo que salir del pantano en llamas, corriendo en la dirección en la que parecía que podían encontrar la puerta infernal, no tardaron mucho en encontrarla, a pesar del intrincado paisaje, el incendio no parecía extenderse, quizá por la humedad en el aire o algo más, el punto era que el fuego no llegaría hasta ellos.
Se sonrieron entre ellos, algunos más que otros, pero por lo menos ya estaban frente a la puerta infernal, toda su inmensidad completamente cubierta de un largo musgo de principio a fin, el cielo estaba despejado en ese lugar, y uno podía ver un cielo entre gris y rojo, con una curiosa formación de nubes que se volvían una cruz invertida, en cualquier ángulo en que uno la mirara…
-Eso si es un efecto interesante-se dijo Jinn distraídamente.
Arnes no le ponía atención al cielo, pues de alguna manera habían omitido a su enemigo quien se hallaba justo frente a ellos, por lo visto tenía la suficiente habilidad para ocultar su presencia, y puesto que estaba quieto como un cadáver, no lo habían detectado, pero ahora Arnes lo miraba fijamente, esperando que se moviera en cualquier momento.
El demonio estaba sentado frente a la puerta, en un trono hecho de huesos y adornado con cráneos humanos, sus ojos estaban ocultos detrás de unas gafas oscuras, y el resto de su cara, escondida detrás del cuello de la gabardina negra que vestía, cerrada sobre un cuerpo fornido y grande, su cabello era corto y erizado, y lo poco de piel visible era pálida como la muerte. A cada lado del trono, un perro enorme, de carne pútrida y ojos maliciosos, gruñían ante quienes profanaban la quietud de la estancia de su amo.
-Ustedes son los intrusos…-dijo una voz profunda y fuerte, proveniente de la boca escondida del demonio.
-Si te apartas de mi camino, no morirás-amenazó Arnes con calma, sus ojos brillaron de manera ligera, pero visible.
Hasta ahora nadie lo había notado, pero el demonio era inmenso, poco menos de dos metros y medio, su cuerpo era increíblemente corpulento, y su fuerza seguramente lo era más.
-Yo soy Meldak, guardián del octavo círculo, y en orden de cumplir el mandato del señor Lucifer, voy a matarlos-
-Habla todo lo que quieras-replicó Arnes-pero vas a lamentarlo-
-Para desgracia suya, no les va a ser tan sencillo…-dijo Meldak, para luego añadir-yo se de que se trata su pequeña estrategia…-
-¿Qué?-Arnes no supo de lo que hablaba hasta que sintió algo que todo el grupo había detectado durante su trayectoria a través del infierno, solamente ahora hacía acto de presencia, la criatura se presentó junto a su amo, era un demonio con proporciones humanas, de piel pálida y brazos con púas saliendo de el, una boca enorme y repleta de colmillos, sus ojos tenían pupilas rasgadas y brillaban con perspicacia.
-A través de mi sirviente he podido ver cada una de sus habilidades, y no solo eso-siguió el, con una sonrisa en su voz-no voy a permitir que peleen uno por uno-
La reacción del grupo fue notoria, pelear de esa manera les había permitido ganar todos los combates en los que habían estado, aunque no imaginaban que haría el demonio para impedírselos, seguro sería grave.
El demonio Meldak levantó una mano sobre el campo de batalla, uno podía sentir su energía corrompida y obscura actuando de maneras desconocidas sobre el pantano, después de un momento, el cenagoso suelo comenzó a abrirse, una mano salió violentamente de el suelo, una cabeza putrefacta en otro lado, más manos que arrastraban un cuerpo corrompido por el tiempo bajo las sombras del infierno, y cada vez aparecían más y más de ellos, un ejercito de no-muertos, almas maldecidas por los pecados cometidos en vida…
-Ellos van a entretenerlos, unas basuras como ustedes no merecen luchar conmigo-Clamó con desdén el guardián oscuro, Arnes ni siquiera podía mirarlo con odio, pues los zombies lo cubrían aún con sus colosales dimensiones, todo el ejercito que Meldak había invocado estaba armado fuertemente, y a pesar de su condición y apariencia frágil, ya habían comprobado anteriormente su sorprendente habilidad.
-Jinn…-llamó Arnes, con cierta esperanza-elimínalos…-
-Son demasiados, ya casi no tengo energía-respondió el chico, su respiración era agitada a causa de toda la anterior pelea con su alter-ego, Arnes maldijo por lo bajo, sabiendo que para matarlos iba a tomar algo más que cualquier llamarada que su compañero pudiera generar en su estado, Karen también estaba agotada, sus habilidades estaban llegando al límite, Keidis y el eran lo únicos en una condición aceptable.
Los demonios se lanzaron cuando Meldak chasqueó sus dedos, todos los putrefactos cadáveres atacaron con ferocidad y ventaja, el grupo estaba haciendo lo posible por defenderse, pero el solo ver que cada golpe los empujaba al bosque daba cuenta de lo mal que estaba la situación…
Keidis comenzó a pelear con la espada en su mano derecha, pero además, tenía una pistola en la otra, volándoles la cabeza a los demonios cercanos con cada tiro, Karen intentó volar, a pesar de sus maltrechas alas, logró ganar algo de elevación sobre el ejercito, y por lo tanto, algo de ventaja, Jinn repelía a todos sus enemigos con cualquier arma que pudiera aparecer en su mente, al punto de que luego no tenía conciencia de con que estaba atacando, y Arnes, aprovechaba cualquier pequeño descuido de su enemigo para rebanarlo en pedazos.
A Arnes se le ocurrió algo, una idea que le dibujo una media sonrisa en el rostro, una posibilidad remota, pero no imposible…
-La situación no está para que te rías-dijo la voz de Meldak desde su trono, al otro lado del pelotón de demonios.
-Créeme, al final de esto…-dijo Arnes, preparando sus armas invisibles-¡El ganador seré yo!-
-El guardián se puso creativo y los obliga a cargar masivas capas de plomo bañado en oro-respondió Keidis, como si estuviera hablando de algún viaje turístico y no de métodos de tortura.
-Pues si no queremos terminar como antorchas decorativas, mejor hay que moverse-sugirió Karen, y empezó a abrirse paso entre la vegetación, con Keidis pisándole los talones, pero Jinn se detuvo un momento para indagar acerca de un contemplativo Arnes.
-¿Sucede algo?-preguntó Jinn.
Arnes salió discretamente de su ensimismamiento, sus pensamientos ocultos en su rostro frio como el hielo-No es nada-
Jinn no quedó del todo convencido, después de todo, el sabía lo que era ocultar los sentimientos, pero dado que el no tenía intención de hablar más, el chico no tuvo más remedio que dar media vuelta y comenzar a seguir a los otros, Arnes caminó lentamente en la dirección en que habían desaparecido sus compañeros, siguiendo su paso sin mostrar el menor esfuerzo.
De hecho Arnes si tenía algunas cosas en la cabeza, dando vueltas en ella desde que Kaim indujo esa ilusión en su cerebro, la visión le había dejado algo nuevo sobre si mismo.
Ya que en el momento en que empezó a masacrar a todos los que estaban en la fiesta y sus alrededores, solo una parte de su conciencia se mostró horrorizada, puesto que lo demás de esta incluso había disfrutado descuartizar a todas aquellas personas inocentes que le habían dado su confianza sin saber a lo que se atenían, aunque fuera todo un delirio.
En la zona anterior, a pesar de toda la sangre y la terrible batalla librada ahí, se las había arreglado para mantener su verdadera naturaleza bajo control, por más que la voz interna había tratado de tomar las riendas, Arnes se lo había impedido con increíble resistencia.
Probablemente estaba empezando a recuperar su vida anterior, lo que no sabía era que camino seguir después de que regresara a ser quien era, saberlo era la decisión más importante de su vida.
La pesada vegetación impedía al grupo darse cuenta de la criatura que los vigilaba entre las sombras…
Un rato después, Arnes se detuvo y murmuró-Demonios…-
Esto llamó la atención de los demás, que pararon y lo miraron como si fuera algo nuevo el hecho de que les dirigiera la palabra.
-Caímos como idiotas-continuó Arnes, ante el creciente desconcierto del resto del grupo.
-¿Qué te sucede?-quiso saber Karen.
-fíjense bien…-contestó en un tono de voz que podría congelar un lago-nos tienen rodeados…-
Hasta ahora, el cansancio, el hambre, y la vegetación habían contribuido a que no detectaran a las criaturas que salían de entre los árboles, pero cuando las descubrieron, estas no tuvieron más intención de ocultarse y salieron a la luz con paso lento pero firme.
Primero que nada, se estaban acercando unos demonios armados con hoces, y unas largas túnicas negras que les llegaban hasta los pies y les daban la apariencia de fantasmas, con rostros delgados, la carne pegada a su cráneo, sus ojos eran tremendamente vacios y siniestros, pero en adición a ellos, se encontraban unas criaturas de forma humana, con los ojos en blanco, piel pálida y pútrida, algunos de ellos desarmados, otros tantos sosteniendo mazos y espadas, todos ellos avanzaban lentamente, cojeando o arrastrándose, gimiendo lastimeramente en un sonido que causaba escalofríos.
-ahh…-soltó Jinn, mientras desenvainaba su espada entre muecas de dolor-a esto te refieres…-
La horda de demonios atacó sin más preámbulo, aunque los más rápidos eran los demonios de túnicas negras, los muertos vivientes eran igualmente letales ya que eran bastante numerosos, ambos grupos los estaban rodeando rápidamente, además, matarlos no era tan fácil como proponérselo y ya, todos manejaban el combate a un nivel envidiable.
-¡Tormenta de Acero!-Keidis usó su espada a velocidad de rayo, pero aún así, solo logró eliminar a dos de los demonios que los asediaban, cuyo numero se incrementaba a cada segundo sin que nadie pudiera detenerlos.
El grupo fue rodeado rápidamente…
-¿Tienen alguna idea?-preguntó Jinn, esperanzado.
-Pensaba en descuartizarlos a todos, pero eso ya no es opción-comentó Keidis.
-No debimos precipitarnos-se lamentaba Karen-teníamos que planear algo…-
Arnes evaluó sus posibilidades, el enemigo los había asediado con habilidad, no había manera en que pudieran matarlos a todos, además, el entorno no parecía ayudar, aunque…
-Prende fuego a los árboles, Jinn-clamó Arnes, sin ninguna prisa.
-¿Qué?-
-Incendia los árboles, ahora-repitió el.
Jinn no entendió el punto, pero de todos modos confiaba en que Arnes tenía un plan, así que le hizo caso.
-¡Fuego Celeste!-la maleza se abrió de repente, consumida por el fuego que Jinn había invocado sobre el cenagoso bosque, pero al parecer eso no cambiaba nada.
-¿Alguna otra idea?-reclamó Karen, pero Arnes no dijo nada, solamente esbozó una media sonrisa, corrió a través del ejército de no-muertos, evadiéndolos y distrayéndolos a gran velocidad, al pasarlos, usó sus katanas para cortar los árboles en llamas, lanzándolos con sus mismas armas hacia la legión de demonios.
Al parecer, el fuego los estaba distrayendo del combate, los demonios comenzaron a dispersarse, y cometieron errores en combate, lo que permitió al grupo rematarlos en el momento adecuado, aún eran numerosos, pero al parecer no podían soportar las llamas ni su brillo, sus habilidades parecían mermarse cerca de ellas, lo que les dio una mejor ocasión a eliminarlos.
Poco a poco, los demonios decidieron retirarse, puesto que sus perdidas y su desventaja los habían privado de la victoria.
Pero para celebrar la victoria, el grupo primero tuvo que salir del pantano en llamas, corriendo en la dirección en la que parecía que podían encontrar la puerta infernal, no tardaron mucho en encontrarla, a pesar del intrincado paisaje, el incendio no parecía extenderse, quizá por la humedad en el aire o algo más, el punto era que el fuego no llegaría hasta ellos.
Se sonrieron entre ellos, algunos más que otros, pero por lo menos ya estaban frente a la puerta infernal, toda su inmensidad completamente cubierta de un largo musgo de principio a fin, el cielo estaba despejado en ese lugar, y uno podía ver un cielo entre gris y rojo, con una curiosa formación de nubes que se volvían una cruz invertida, en cualquier ángulo en que uno la mirara…
-Eso si es un efecto interesante-se dijo Jinn distraídamente.
Arnes no le ponía atención al cielo, pues de alguna manera habían omitido a su enemigo quien se hallaba justo frente a ellos, por lo visto tenía la suficiente habilidad para ocultar su presencia, y puesto que estaba quieto como un cadáver, no lo habían detectado, pero ahora Arnes lo miraba fijamente, esperando que se moviera en cualquier momento.
El demonio estaba sentado frente a la puerta, en un trono hecho de huesos y adornado con cráneos humanos, sus ojos estaban ocultos detrás de unas gafas oscuras, y el resto de su cara, escondida detrás del cuello de la gabardina negra que vestía, cerrada sobre un cuerpo fornido y grande, su cabello era corto y erizado, y lo poco de piel visible era pálida como la muerte. A cada lado del trono, un perro enorme, de carne pútrida y ojos maliciosos, gruñían ante quienes profanaban la quietud de la estancia de su amo.
-Ustedes son los intrusos…-dijo una voz profunda y fuerte, proveniente de la boca escondida del demonio.
-Si te apartas de mi camino, no morirás-amenazó Arnes con calma, sus ojos brillaron de manera ligera, pero visible.
Hasta ahora nadie lo había notado, pero el demonio era inmenso, poco menos de dos metros y medio, su cuerpo era increíblemente corpulento, y su fuerza seguramente lo era más.
-Yo soy Meldak, guardián del octavo círculo, y en orden de cumplir el mandato del señor Lucifer, voy a matarlos-
-Habla todo lo que quieras-replicó Arnes-pero vas a lamentarlo-
-Para desgracia suya, no les va a ser tan sencillo…-dijo Meldak, para luego añadir-yo se de que se trata su pequeña estrategia…-
-¿Qué?-Arnes no supo de lo que hablaba hasta que sintió algo que todo el grupo había detectado durante su trayectoria a través del infierno, solamente ahora hacía acto de presencia, la criatura se presentó junto a su amo, era un demonio con proporciones humanas, de piel pálida y brazos con púas saliendo de el, una boca enorme y repleta de colmillos, sus ojos tenían pupilas rasgadas y brillaban con perspicacia.
-A través de mi sirviente he podido ver cada una de sus habilidades, y no solo eso-siguió el, con una sonrisa en su voz-no voy a permitir que peleen uno por uno-
La reacción del grupo fue notoria, pelear de esa manera les había permitido ganar todos los combates en los que habían estado, aunque no imaginaban que haría el demonio para impedírselos, seguro sería grave.
El demonio Meldak levantó una mano sobre el campo de batalla, uno podía sentir su energía corrompida y obscura actuando de maneras desconocidas sobre el pantano, después de un momento, el cenagoso suelo comenzó a abrirse, una mano salió violentamente de el suelo, una cabeza putrefacta en otro lado, más manos que arrastraban un cuerpo corrompido por el tiempo bajo las sombras del infierno, y cada vez aparecían más y más de ellos, un ejercito de no-muertos, almas maldecidas por los pecados cometidos en vida…
-Ellos van a entretenerlos, unas basuras como ustedes no merecen luchar conmigo-Clamó con desdén el guardián oscuro, Arnes ni siquiera podía mirarlo con odio, pues los zombies lo cubrían aún con sus colosales dimensiones, todo el ejercito que Meldak había invocado estaba armado fuertemente, y a pesar de su condición y apariencia frágil, ya habían comprobado anteriormente su sorprendente habilidad.
-Jinn…-llamó Arnes, con cierta esperanza-elimínalos…-
-Son demasiados, ya casi no tengo energía-respondió el chico, su respiración era agitada a causa de toda la anterior pelea con su alter-ego, Arnes maldijo por lo bajo, sabiendo que para matarlos iba a tomar algo más que cualquier llamarada que su compañero pudiera generar en su estado, Karen también estaba agotada, sus habilidades estaban llegando al límite, Keidis y el eran lo únicos en una condición aceptable.
Los demonios se lanzaron cuando Meldak chasqueó sus dedos, todos los putrefactos cadáveres atacaron con ferocidad y ventaja, el grupo estaba haciendo lo posible por defenderse, pero el solo ver que cada golpe los empujaba al bosque daba cuenta de lo mal que estaba la situación…
Keidis comenzó a pelear con la espada en su mano derecha, pero además, tenía una pistola en la otra, volándoles la cabeza a los demonios cercanos con cada tiro, Karen intentó volar, a pesar de sus maltrechas alas, logró ganar algo de elevación sobre el ejercito, y por lo tanto, algo de ventaja, Jinn repelía a todos sus enemigos con cualquier arma que pudiera aparecer en su mente, al punto de que luego no tenía conciencia de con que estaba atacando, y Arnes, aprovechaba cualquier pequeño descuido de su enemigo para rebanarlo en pedazos.
A Arnes se le ocurrió algo, una idea que le dibujo una media sonrisa en el rostro, una posibilidad remota, pero no imposible…
-La situación no está para que te rías-dijo la voz de Meldak desde su trono, al otro lado del pelotón de demonios.
-Créeme, al final de esto…-dijo Arnes, preparando sus armas invisibles-¡El ganador seré yo!-
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Fecha de inscripción : 22/02/2008
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