Tormenta de Fuego
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Capitulo 24: Deseo de Sangre

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Mensaje por Jinn de helios Vie Mayo 15, 2009 7:17 pm

El cielo no había vuelto a ser azul en mucho tiempo, claro que la mayoría de la gente refugiada tampoco lo había visto, para los pocos que se aventuraban afuera, había algo nuevo, puesto que algunos de los demonios estaban yéndose, pero aún había demasiados rondando en los alrededores, muchas veces con consecuencias fatídicas. También había algunos cadáveres demoniacos, muertos por las flechas de algún defensor, el silencio era abrumador, los soldados que escoltaban la calle no soportaban por mucho tiempo el estar en una ciudad tan desolada, el simple hecho de oír el eco de sus pasos era demasiado escabroso.
Nadie esperaba lo que sucedió a continuación, la gran montaña salida del cráter lanzó al aire un estruendo, casi como un rugido, que se oyó en los confines del mundo, las rocas se cuartearon, y las grietas se extendieron hasta la base, la cima comenzó a derrumbarse, pero no pasó de ahí, al menos por ahora…
Saliendo del espacio entre las áreas del infierno, Karen se encontró al resto de su grupo, hablando entre ellos, a diferencia de las demás veces, no estaban en un espacio abierto, era una cueva, hecha de piedra obscura, ella intuyó de que hablaban, así que se acercó para dejarles claro algo.
-¡No se atrevan a mencionar nada o ya verán!-definitivamente los tomó por sorpresa, pues su conversación trataba de la declaración de Kaim y si Karen aceptaría o no, sin embargo, Keidis no pudo contenerse a hablar, había aguantado el comentario todo el camino…
-¡Si! ¡No hablen sobre el novio de Karen…!-no dijo todo lo que tenía planeado, Karen fue hacia el y lo golpeó en la cara, lanzándolo contra el muro, el mensaje estaba bastante claro…
-ehh… Creo que lo mataste-dijo Jinn, la reacción de Karen era de esperarse, pero tal vez había exagerado.
-¿Esto es el séptimo círculo?-preguntó Arnes, mientras Keidis se levantaba del suelo, para tratar de responder la pregunta con su mal acomodada mandíbula, se le ocurrió que se ahorraría sus comentarios para cuando estuvieran en un lugar donde no pudiera usar sus poderes.
-Déjame colocar mi boca en su lugar, No… bueno, si, pero no la pasaremos en una cueva, esta área es un castigo a la violencia, pero a partir de aquí, los círculos tienen varios recintos, o sea, que hay más de un camino-explicó Keidis.
-¿Y… sabes cual es el camino?-A Karen parecía habérsele olvidado lo relacionado con el comentario de Keidis, claro que había cosas más importantes.
-No… jeje… ni idea-respondió el cazador, en actitud meditabunda.
-Quedarnos aquí tampoco ayuda, hay que irnos-resolvió Arnes, caminando a través de la cueva apresuradamente, los demás lo siguieron, la verdad no fue una caminata tan larga, la cueva se terminó repentinamente, en un muro con tres gigantescas puertas, cada una con etiquetas doradas sobre ellas: la primera decía “Violentos contra los demás”, la segunda “Violentos contra si mismos”, y la tercera rezaba “Violentos contra Dios”
-¿Por cual entramos?-preguntó Karen, a Keidis mas que nada, se suponía que el era el demonio que sabía a donde iban.
-A la primera, nosotros somos muy violentos-En ese momento Karen lo golpeó en la cabeza.
-¡No seas imbecil, hablo en serio!-
-¿ven a lo que me refiero?
-Usemos la lógica-propuso Jinn, mientras miraba las puertas-esto es el infierno, y solo hay una forma de llegar rápido aquí-
-¿Qué sugieres?-
-El camino más rápido al infierno es el suicidio, así que entraremos por la segunda-
Pero una cosa era decirlo y otra muy distinta era hacerlo, la puerta no tenía cerradura, manija, o cualquier otra cosa normal para abrir una puerta, lo único allí era una especie de bebedero vacio, que las demás puertas no tenían.
-Si claro, ¿Qué se supone que hagamos?-Jinn se dio cuenta entonces de la única respuesta, la encontró en algo pequeño que estaba casi al fondo de lo que al principio pensó que era un bebedero, algo de hace tiempo, pero no demasiado, esto no servía para albergar agua…
Era un altar…
-Karen… ¿cuanta sangre puede perder un demonio antes de morir?-preguntó Jinn sin pensarlo.
-Eso depende de la edad y el poder del demonio, pero no veo como eso…-el chico ya se había transformado en demonio, entonces Arnes se dio cuenta de lo que planeaba.
-No lo hagas, no tienes idea de cómo podría afectarte-dijo Arnes, sin mostrar un ápice de preocupación en su frío rostro.
-Descuida, tengo un plan- dijo el, sin que nadie lo pudiera detener, tomó su espada y la pasó por su muñeca izquierda…
La sangre manaba a borbotones, mientras Jinn ponía su brazo sobre el altar, justo como había pensado, en cuanto la sangre tocó el fondo del altar, la puerta comenzó a crujir, pero requirió al menos medio minuto para llegar a abrirse, en cuanto lo hizo, Jinn colocó su otra mano sobre la herida, generando un pequeño fuego y haciendo una mueca de dolor, cuando la retiró, había una quemadura siguiendo la misma trayectoria, por lo menos ya no sangraba.
-Muy inteligente…-atinó a decir Keidis.
-¡Idiota! ¡Casi nos matas del susto!-le reclamó Karen.
-Les dije que tenía un plan…-trató de aclararle el, pero la chica estaba histérica por lo que le parecía que pudo haber arruinado la misión.
-¡Pensé que te estabas suicidando! ¿Qué te pasa, estás loco o que?- Karen dejó de reclamarle cuando se dio cuenta de la expresión de Arnes, quien miraba a la puerta abierta, sus ojos parecían estar reprimiendo algo, y cuando los demás siguieron su mirada, se dieron cuenta de lo que se trataba.
Ahora se daban cuenta de cómo era en realidad el séptimo círculo, el camino era solamente un poco sinuoso, pero iba directo a la puerta infernal, justo como lo había predicho Jinn, lo incómodo de la situación era que el camino estaba completamente rodeado… de sangre.
Un rio de sangre extendiéndose hasta donde alcanzaba la vista, los otros dos caminos se alejaban del centro hacia lo desconocido, pero por extraño que pareciera, estos estaban sumamente más alejados de lo que estaban sus entradas, un efecto inusual, pero no inesperado.
-Ya no puedo esperar a salir de este lugar-se quejó Jinn.
-A mi me gusta, pero les recomiendo no tocar el río con las manos, salpica mucho y quitarlo de la ropa es una pesadilla-dijo Keidis, pero no le hicieron mucho caso, Arnes aún miraba con incredulidad toda la sangre ante el.
-No puedo pelear aquí…-susurró, dudando de si lo habían escuchado y sintiendo la lucha por mantener a su otra mitad controlada, toda esa sangre lo estaba enloqueciendo…
-No importa, no te toca a ti, le toca a Keidis-le recordó Karen.
-Ehh… de hecho… no voy a pelear aquí-declaró el cazador, mientras todos lo miraban como si se le hubiera zafado un tornillo.
-¿De que hablas? ¿Es que tienes miedo?-cuestionó ella.
-No, no es eso-los miró a todos como esperando a que le creyeran, el hecho es que Keidis había tenido un plan desde el principio-Quiero enfrentar al guardián de la novena puerta…-
-¿Qué? ¿Por qué quieres hacer algo así?-preguntó Jinn, sorprendido por esto último.
-¡Por que el sujeto no me agrada! ¿De acuerdo?-
-¿Y entonces quien demonios va a pelear contra el guardián?-Karen se lo reclamaba más que preguntarle, e iba a seguir cuando Jinn rompió su concentración.
-Yo lo haré-dijo, provocando que todos se voltearan a ver si hablaba en serio, se asustaron cuando vieron una mirada muy seria en sus ojos llameantes.
-¡Solo mírate! ¡No te has recuperado de la última pelea! ¿Cómo piensas pelear contra el guardián así?-dijo ella, evitando a toda costa mencionar a Marcus.
-Así es, pero Arnes tampoco se ve en condiciones de pelar, y Keidis-lo miró un momento, como esperando que cambiara su opinión-tiene una cuenta pendiente con Feline Pantaro, si quiere pelear contra el, no tenemos derecho a impedírselo-
-Pero…-Karen quiso hacerlo entrar en razón, aunque no quisiera admitirlo, Jinn no estaba en condiciones de pelear aún, ella notaba las heridas que trataba de ocultar, pero se había dado cuenta de que cuando algo se le metía en la cabeza, nada lo hacía cambiar de opinión.
-¿Quién comprende a estos demonios…?-se preguntó ella cuando Jinn comenzó a caminar a través del estrecho sendero, Arnes no había dicho nada, pero detrás de la fría máscara de su rostro uno diría que estaba adolorido, Keidis lo siguió sin mirar a Karen, quien estaba molesta con él por dejar que Jinn peleara en tales condiciones, pero solo por un momento, ya que luego cruzó por su cabeza un pensamiento: Jinn no era tan resistente como un demonio completo, y pelear con una criatura tan antigua y fuerte como Feline equivalía al suicidio, tal vez eso era en lo que pensaba el chico cuando decidió tomar tal riesgo, aunque no lo sabía con certeza.
Avanzar representaba un problema desde el principio, el sendero sitiado era tan estrecho que tenían que caminar de uno en uno, Jinn al frente, como para dejar en claro su decisión, el mismo se encontraba dudoso de si lo que hacía era lo mejor para la misión, ignoraba la magnitud de su propia situación, si sus heridas eran externas o más graves, por difícil que pareciera, no sentía mucho en su cuerpo, tal vez estaba entumido por algún golpe durante su pelea.
Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando vio algo extraño justo frente a el, una figura que se arrastraba torpemente fuera del rio sangriento, Jinn lanzó un suspiro, avisó a sus compañeros, Karen miró por instinto hacia atrás y vio un ser de aspecto patético de pie justo ante ella, delgado, con brazos famélicos y unas piernas que era imposible que pudiesen sostener incluso un cuerpo tan debilucho como el que mantenían, escupiendo sangre de una boca repleta de colmillos afilados.
-Ya no los hacen como antes-bromeó Karen, examinando al demonio que se debatía por mantenerse en pie-saquémoslos de su miseria y…-
Ella no completó la frase, y Jinn no le estaba haciendo caso, ambas criaturas hacían algo nuevo: tosían y daban arcadas, como si estuvieran asfixiándose, la que estaba enfrente de Jinn tenía algo largo saliendo de su boca, la criatura levantó débilmente su brazo, tomando el objeto y arrancándolo violentamente, lo que provocó que la sangre salpicara a Jinn y a Karen.
-¿saben que no se les van a quitar las manchas verdad?-bromeó Keidis.
Ambos demonios tenían espadas cortas y curvas, que se veían afiladas y ligeras para el combate, puesto que repentinamente cambiaron su tambaleante postura y atacaron precipitadamente a los dos guerreros en los extremos de la fila, sorprendidos por la repentina habilidad de sus oponentes, los demonios eran unos espadachines formidables…
Pero el problema no terminaba ahí, de ambos lados del sendero surgían saltando aún más demonios, como si fueran ágiles delfines, ya con las espadas desenvainadas, y atacaban también a Arnes y a Keidis, quienes tenían los mismos problemas para repelerlos.
Jinn peleaba con sus espadas de fuego, con obvia ventaja sobre su oponente, ensartó a su oponente y luego rostizó con un relámpago a uno más que saltaba hacia Arnes-¡manténganse juntos!-gritó Jinn por encima de los sonidos de combate.
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