Tormenta de Fuego
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capitulo 9: penitencia

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Mensaje por Jinn de helios Sáb Ene 31, 2009 9:12 pm

Arnes contempló atónito la situación, nunca hubiera imaginado que ese chico, agradable aunque tenía poco tiempo de conocerlo, se pudiera transformar en un ser que tenía el mal tan arraigado, que al mirar su sonrisa despiadada causaba que se helara la sangre, y que sus ojos al mirarlos quemaban un agujero en el alma.
Claro que Arnes no se dejó intimidar, desenfundó sus katanas, dispuesto a atacar, pero Karen le detuvo.
¡No! no puedes atacarlo sin saber algo, el demonio está atado a el, no puedes matarlo- le advirtió Karen.
Genial-dijo Arnes- seguro el si va a tratar de matarnos ¿Cómo lo venceremos?- le cuestionó Arnes, y ella le respondió- hay que cansarlo, así que trata de no atacarlo, solo esquívalo y defiéndete, estaremos bien.
El demonio Jinn había estado esperando a que terminaran de hablar, ya que no quería atacar por sorpresa a su rival Karen, en ese aspecto, tenía cierto código de honor.
Pero se estaba impacientando…
¿Ya acabaron de hablar, niñitas?- dijo el demonio, en un falsete burlón, los tres se prepararon, en circunstancias normales, ellos habrían podido vencerlo, pero no podían lastimarlo, pues también lastimarían a Jinn.
El demonio atacó con la velocidad de un parpadeo, tratando de rebanar a Karen, pero ella ya estaba familiarizada con su patrón de ataque, así que se defendió sin mucho problema, miró a quien podía ser un blanco fácil… y se decidió por Arnes.
El ataque del demonio era muy rápido, y no le resultaba fácil defenderse de un demonio tan hábil, en ese momento Keidis apareció a un lado de el y le atacó, con la intención de que le bloqueara, y así fue.
Las espadas de Karen, Keidis y Arnes chocaban una y otra vez contra las cuchillas llameantes de Jinn, pero ningún ataque tenía la intención de lastimarlo… y el lo notó.
Así que cuando Karen atacó de nuevo, no se defendió… ella detuvo su alabarda a pocos centímetros de la cara del demonio, a sabiendas de que había descubierto su plan.
¡Jajajaja! Así que, como siempre, has mostrado el punto flaco de todos los de tu especie- se burló el demonio- son débiles, para alcanzar su objetivo no se atreven a sacrificar a los que son aún más débiles.
Pero tu si, Jinn- le recordó Karen- y mira a lo que te llevó, escondiéndote en el cuerpo de otro como un gusano.
Esta vez, la sonrisa del demonio menguó ligeramente, pero luego respondió- si, yo tengo las agallas para sacrificar a los peones.
Y dicho esto, levantó una mano en dirección al edificio de la escuela…
¡No te atrevas, desgraciado!- exclamó Karen, pero el demonio sonrió y dijo- si alguno de ustedes se atreve a moverse, cargarán para siempre en sus conciencias con la muerte de todos los que estén en ese lugar.
Y entonces lanzó una risa que le heló la sangre a los tres…
Karen sabía que hacer, tiró su alabarda al piso y les indicó a los demás que también lo hicieran.
¿Qué es lo que quieres, Jinn?- dijo Karen, en tono resignado, y el demonio la miró y le dijo- la daga… que ese sujeto me entregue la daga.
Aquello era una situación sin salida, si le entregaba la daga, Jinn podría volver al infierno, recuperar y fortalecer sus energías, y con el arma en su poder podría causar los estragos que quisiera, sin siquiera hacerlos personalmente…
Por otro lado, el no entregarle la daga era sentenciar a muerte a todos en la escuela…
Keidis… - Karen dudó un momento, sintiéndose en una partida de ajedrez con su rey rodeado- dale la daga.
El aludido la desenfundó con la intención de dársela, pero el demonio, en un alarde de victoria, dijo- no, no, no, quiero que lo hagas tú… Lantha.
Karen estaba realmente furiosa, pero se controló y le dijo a Keidis que se la diera, en cuanto la tuvo en sus manos, enfrentó un momento de indecisión, pero luego avanzó lentamente hacia Jinn, a quien no le molestaba en lo más mínimo que ella se tardara tanto, disfrutaba cada segundo con la sonrisa de quien gana el juego.
Karen extendió la mano para dársela, y cuando el demonio trató de tomarla, Karen intentó someterlo… y el demonio se le escapó por muy poco.
Grave error- dijo el demonio- ¡Siete Sellos Infernales!
Las columnas de fuego que salieron del edificio causaron que este se derrumbara en una avalancha de humo y llamas, en la que, por sobre el ruido de los escombros cayendo se oía la risa mas siniestra que ese monstruo pudo haber lanzado jamás.
Pronto el edificio entero y todo lo que pudo estar en el habían sido reducidos a unas ruinas llameantes…
¡Jajajaja! Que tal eso, Lantha- se burló el demonio- y no tengo que recordarte que eso no hubiera sucedido si…
Pero el se calló al fijarse de nuevo en la expresión de Karen… ella sonreía.
De pronto, Keidis apareció delante de Jinn- piénsalo de nuevo- y le propinó un tremendo golpe justo en la cara, derribándolo, mientras Karen y Arnes lo tomaban por los brazos para inmovilizarlo.
Supongo que querrás ver esto- dijo Keidis- me dio tiempo de conseguir una cámara- y puso frente al demonio algo que le borró por un rato esa actitud socarrona de la cara…
Era una fotografía, con Keidis amenazando con sus pistolas a quien no se estuviera quieto de entre un gran conjunto de adolescentes y unos cuantos adultos (quienes no sabían que no tenía la intención de disparar).
Que descuidado eres, Jinn- le dijo Karen, en el mismo tono burlón del demonio- siempre lo fuiste.
Entonces el lo comprendió todo… se había concentrado tanto en la expresión de derrota de su eterna rival, que no se fijó que Keidis desaparecía, amenazaba a la directora para que les dijera a todos que salieran y ponerlos a salvo del derrumbe inminente llevándolos al parque… sin que ellos lo supieran.
Pero el desconcierto de Jinn duró poco, y pronto sonrió de nuevo y le dijo a Karen- y eso que, de todos modos no puedes matarme mientras estoy en este cuerpo, y tampoco puedes hacerme salir.
No, tienes razón, no puedo obligarte a salir de su cuerpo- le dijo Karen con toda tranquilidad- pero puedo encerrarte allí.
Jinn miró a Keidis y de nuevo su sonrisa se extinguió, el demonio cazador tenía en la mano una pluma de las alas de Karen y otra de las de Jinn, y susurraba palabras en un dialecto extraño hasta que las plumas comenzaron a brillar, entonces las puso en posición de cruz (le lastimó un poco) y las colocó sobre el pecho de Jinn, quien se retorcía para tratar de soltarse y escapar, pero ya era tarde, las plumas extendieron su brillo por todo el cuerpo del demonio y este soltó un grito antes de volver a transformarse en el chico que todos conocían.
¿Qué demonios pasó aquí?- exigió saber el chico, al ver el edificio de la escuela completamente destruido- no te preocupes, no hay nadie herido, me aseguré de ello- le dijo Keidis, para luego agregar- supongo que si ya nadie se va a transformar en un psicópata dispuesto a destruirlo todo, podemos irnos ¿no?
El comentario les arrancó una carcajada a todos, incluso a Arnes, era curioso como esta situación que pudo terminar en un desastre había desvanecido la niebla en la mente de los chicos, y entonces todos tenían más ánimos para enfrentar los secretos del infierno.
Se agruparon alrededor de la puerta y el ambiente se puso pesado de nuevo.
¿Quién va primero?-dijo Jinn.
Ve tú, y si nada te come entonces vamos los demás- dijo Arnes
Ya es suficiente de bromas… así que tú vas primero, Keidis- le ordenó Karen.
Ya, ahora si- dijo este último- a la de tres saltamos todos, ¿bien?
Todos tomaron sus cosas.
“uno”
“dos”
“tres”
Y entonces… saltaron a la puerta, sabiendo que era mucho más que sus vidas lo que estaban apostando.
El camino al infierno no podía ser más tortuoso, Keidis parecía inmune, Jinn y Arnes solo se veían un poco adoloridos, pero Karen sentía que se asfixiaba a cada segundo que caía por ese inmenso acantilado de sombras, parecía no tener fin, y solo había sombras en rojo junto con un calor abrasador, en un momento dado, ya no pudo más, la oscuridad la envolvía…
“¿crees que está bien?”… Karen oía voces distantes… “no lo sé, ¿parezco doctor? Después de dos horas de caer por un abismo yo también estaría asi”… se cuestionó de quien serían… “dejen de payasear, es en serio”… y luego despertó sobresaltada, ante las miradas de asombro y alivio de sus compañeros.
¿Estas bien?- le preguntó Jinn, ella se levantó rápidamente y apoyó una mano en el mango de su alabarda que traía en la espalda- ¿Dónde estamos?
Frente a ella se alzaba una extensa planicie de fuego, diseminada de volcanes perpetuamente en erupción, las lenguas de fuego explotaban impredeciblemente en cualquier parte del suelo, lanzando rocas ardientes a todos lados.
Keidis anunció- bienvenidos al primer círculo del infierno.
Jinn de helios
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