Capitulo 22: Sueños Obscuros
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Capitulo 22: Sueños Obscuros
Por segunda vez, estaba aquí…
El cielo azul… los arboles en un perfecto color verde… las flores saliendo perezosamente de sus botones… el aire fresco que rozaba sus mejillas y agitaba su cabello…
Pero a Jinn nada de esto le importaba en lo absoluto, pues todos estos elementos palidecían ante la visión de ella…
“Todo ha sido un sueño” se dijo Jinn “me distraje y soñé todo el viaje mientras estaba despierto, ella está bien, todo está perfecto, como siempre debió estarlo…”
Jinn se acercó a Lila, quien lo recibió rodeando su cuello con sus brazos y cerrando sus ojos, Jinn hizo lo mismo, tratando de contener una sonrisa que seguramente arruinaría el momento…
“¿Interrumpo algo?”
Y aunque de hecho estaba interrumpiendo, esa voz era uno de los sonidos más dulces que Jinn había oído, una voz imponente, fría, pero amigable, por lo menos a el le sonaba así, volteó su mirada… y vio a Marcus…
-¿Padre? ¡Estás bien!- exclamó Jinn, eufórico al ver a Marcus vivo.
-Claro que si, ¿Por qué no habría de estarlo?-esta respuesta era de lo más lógico, después de todo, había imaginado todo lo que había pasado en su vida, cada minuto de sangre y lagrimas.
-Jinn…-Llamó una voz dulce, que parecía mezclarse con la libertad del viento, deleitando sus oídos como música, de nuevo Jinn miró a la dirección en la que esa voz le llamaba, y sus ojos encontraron a una mujer de jovial aspecto, con ojos verdes y un largo cabello castaño… su madre…
Ella se acercó a el y lo estrechó en sus brazos, Jinn sonrió y se sintió raro por esto, muchas veces había imaginado que tenía una familia, y siempre las lagrimas habían inundado sus ojos, pero era lógico, siempre habían estado juntos todos, jamás se habían separado…
Su madre lo soltó y fue al lado de Marcus, quien la rodeó con su brazo y la acercó a el, Jinn hizo lo mismo con Lila, y todos ellos comenzaron a caminar a través de la alfombra de fresco pasto, nunca pensó sentirse de esa manera…
Keidis se encontraba en la cima del mundo, después de una pelea relativamente sencilla, el demonio cazador había derrotado a su hermano Karasu, al “Hijo de la Muerte”, quien lo veía desde las sombras con expresión aterrada y sorprendida, al fin lo había logrado, ahora el era el asesino más poderoso del infierno, dejó a la escoria que ahora representaba su hermano, entrando por una cortina roja hacia un balcón a una gran altura sobre una torre…
Keidis nunca había estado en el lugar, pero conocía la historia a la perfección como para saber donde estaba, la Plotomea, lugar donde residía la armada más poderosa de todas, un ejército de feroces guerreros, que al ver a Keidis… se inclinaron.
El demonio aspiró el ardiente aire del lugar, las montañas de fuego se alzaban con magnificencia, pero se veían insignificantes ante el lugar donde Keidis dominaba el mundo.
Y luego se vio liderando el ataque contra las últimas y patéticas tropas de Lucifer, tomando el control de todo el infierno, haciendo en el mundo su voluntad, solo un enemigo más, el reino celestial era fuerte pero gradualmente, sabía que el mundo sería suyo, todo lo que siempre había anhelado, el poder, la autoridad, todos los demonios inclinándose ante el, no estaba seguro de cómo es que había llegado aquí, como es que lo que pensaba haber vivido era más que una fantasía que seguramente se le ocurrió en un momento de ocio que no estaba seguro de haber tenido, nada de eso era importante, ya era todo lo que necesitaba…
-Jinn Keylix…-dijo Karen, quien aunque su rostro no dejaba verlo, había una sonrisa en su voz-quien lo diría…-
El demonio la miraba con rencor, arrodillado en el suelo, con una mano sobre el estomago, en un vano intento de retener el rio rojo manante de su cuerpo…
A su alrededor todo era desolación, cientos de ángeles y demonios esparcidos a donde quiera que uno mirara, pero a ella no le importaba en lo absoluto, al fin tenía al demonio donde lo quería, débil, vulnerable, un trabajo que se había retrasado durante ya varios años, su pequeño asunto inconcluso que al fin iba a terminar, solo tenía que asestar un golpe, un miserable ataque, a tan reducida velocidad que le daría tiempo de disfrutar el dulce y frio sabor de la victoria, pero antes, quería disfrutar de otro tipo de tortura que una criatura tan vil se merecía.
-¿Valió la pena todo esto, Jinn?-se burló ella, esta vez si estaba sonriendo.
El demonio no respondió, siguió mirándola con ojos llenos de furia y fuego, pero ese mismo brillo se estaba debilitando frente a la magnitud de las heridas, ella se regodeaba al verlo sin su poder, sin la confianza que había tenido, pero ya era hora de ponerle fin a una maldición que la había dañado no solo a ella, sino a varias personas más en el trayecto. Ella tomó el mango de su alabarda con fuerza, el final se acercaba…
Arnes despertó, no sobresaltado como normalmente lo hacía, aunque no ubicaba exactamente cuando había despertado de esa manera, pero de hecho, no importaba, ya que el reloj le marcaba que ya era tarde para llegar a la escuela, se preparó lo más rápido posible y subió a su auto.
Si había algo en el mundo que a Arnes le hacía sentir bien, ese era su auto, un Stingray modificado, pero ahora no estaba enfocado en esto, sino en que tenía que manejar lo más rápido posible sin que alguien le levantara una multa (o una demanda), se sintió muy afortunado cuando aparcó frente a la escuela justo antes de que cerraran.
-¡Que onda, Arnes!-el miró en la dirección en la que un chico lo saludaba, y le devolvió el saludo con algo de asombro, mientras se dirigía a su clase, se repitió varias veces e incluso había quien le daba las gracias por algún favor que el no recordaba, para el final de la clase de inglés, lo habían invitado a quien sabe cuantas fiestas, por lo visto el viernes no iba a dormir…
“Si me decido a ir” se recordó Arnes, quien no entendía como es que súbitamente era el amigo de todo el mundo, a pesar de no recordar alguna vez que no hubiera sido así, todo el mundo conversaba con el, le pedían consejos (o tareas), y le pedían opiniones, todo como si siempre lo hubieran hecho.
-¡Hola! ¿Como estás?- preguntó una voz aguda durante el receso, entre las varias personas que rodeaban, el miró allí y vio a una chica de corta estatura (desde su perspectiva, claro), con cabello oscuro y piel morena, que lo miraba con unos ojos color bronce, el devolvió el saludo de la mejor manera que pudo, aún no estaba acostumbrado a que la gente le prestara tanta atención.
-Ahh… ¿Quieres ir a la fiesta del viernes?-preguntó, había algo raro en sus ojos, pero el no supo ver que era.
“Otra más”-¿Claro… a que hora es?-mientras Arnes se arrepentía de haber aceptado en el momento en que le dijeron que desde las nueve hasta que se pudiera.
“Todas las demás son iguales, y en primer lugar ¿Qué están festejando?” pensaba Arnes mientras conducía de regreso a su apartamento, pero antes le dio unas vueltas al parque para aclarar su mente, si bien todo este día había sido extraño (incluso sin saber la razón de eso), se había sentido… bueno, no había manera de saber como definirlo, pero se sintió bien no ser la pieza que sobra, era algo que jamás le había interesado siquiera, y ahora era…extraño.
-Malditos demonios…-
Ella estaba en lo alto de un edificio, de regreso en el mundo humano, ocupada entre vendar la herida de su brazo y disparar a los demonios que detectaba entre las oscuras calles de la ciudad, matarlos era fácil, pero no disminuía la frustración y la furia que bullían en su interior, desde que todo esto comenzó, ya nada era igual…
Todo comenzó hace ya 3 semanas, cuando paseaba casualmente por el centro comercial, ella en realidad no estaba interesada en alguna oferta o algo por el estilo, estaba buscando algo que no estaba en venta, ni quería estarlo, algo que solamente ella sentía de entre toda la gente ahí reunida.
Estaba cazando un demonio…
Y aunque no sabía por que lo cazaba, para quien, o si era necesario, si sabía que tenía el poder para destruirlo, en parte, lo que había hecho hasta ahora era saber si eran demonios que en realidad amenazaran la vida humana, ya que ella había descubierto que otros tantos solamente influenciaban los pensamientos de la gente, si bien esto también era una amenaza a los humanos, estaba dentro de las reglas de este juego en el que de alguna manera ella estaba involucrada también.
De todas maneras, ella pasaba inadvertida mientras registraba el lugar con el aire de una chica que solamente busca extender su guardarropa, y en ese momento, sus ojos detectaron algo que la sacó de balance…
Había un chico, paseando con el mismo aire distraído que ella, pero de una manera mucho más fría y desinteresada, con largo cabello negro y piel clara, alto y con una mirada inexpresiva, pero en esa mirada había algo que no pasó desapercibido ante ella…
Sus ojos eran rojos, apagados y opacos, pero del mismo sobrenatural color rojo de un demonio, había enfrentado suficientes como para reconocer ese matiz en cualquier lado, lo vio pasar junto a ella sin notar nada en específico, ella se quedó mirándolo mientras se alejaba ente la multitud, olvidándose del demonio que estaba rastreando por completo.
Intentó encontrar una explicación lógica para lo que había visto, tal vez era algún drogadicto, o no había dormido bien, o se había conseguido unos buenos lentes de contacto (unos muy buenos), ella lo pensó durante mucho tiempo, varios días, cada vez que se le ocurría una buena razón, la imagen de su fría mirada asaltaba su mente, haciendo de su teoría una vaga excusa para tratar de ocultar lo que era una verdad evidente: ese chico era un demonio, y ella no podía estar tranquila mientras no supiera sus intenciones.
El cielo azul… los arboles en un perfecto color verde… las flores saliendo perezosamente de sus botones… el aire fresco que rozaba sus mejillas y agitaba su cabello…
Pero a Jinn nada de esto le importaba en lo absoluto, pues todos estos elementos palidecían ante la visión de ella…
“Todo ha sido un sueño” se dijo Jinn “me distraje y soñé todo el viaje mientras estaba despierto, ella está bien, todo está perfecto, como siempre debió estarlo…”
Jinn se acercó a Lila, quien lo recibió rodeando su cuello con sus brazos y cerrando sus ojos, Jinn hizo lo mismo, tratando de contener una sonrisa que seguramente arruinaría el momento…
“¿Interrumpo algo?”
Y aunque de hecho estaba interrumpiendo, esa voz era uno de los sonidos más dulces que Jinn había oído, una voz imponente, fría, pero amigable, por lo menos a el le sonaba así, volteó su mirada… y vio a Marcus…
-¿Padre? ¡Estás bien!- exclamó Jinn, eufórico al ver a Marcus vivo.
-Claro que si, ¿Por qué no habría de estarlo?-esta respuesta era de lo más lógico, después de todo, había imaginado todo lo que había pasado en su vida, cada minuto de sangre y lagrimas.
-Jinn…-Llamó una voz dulce, que parecía mezclarse con la libertad del viento, deleitando sus oídos como música, de nuevo Jinn miró a la dirección en la que esa voz le llamaba, y sus ojos encontraron a una mujer de jovial aspecto, con ojos verdes y un largo cabello castaño… su madre…
Ella se acercó a el y lo estrechó en sus brazos, Jinn sonrió y se sintió raro por esto, muchas veces había imaginado que tenía una familia, y siempre las lagrimas habían inundado sus ojos, pero era lógico, siempre habían estado juntos todos, jamás se habían separado…
Su madre lo soltó y fue al lado de Marcus, quien la rodeó con su brazo y la acercó a el, Jinn hizo lo mismo con Lila, y todos ellos comenzaron a caminar a través de la alfombra de fresco pasto, nunca pensó sentirse de esa manera…
Keidis se encontraba en la cima del mundo, después de una pelea relativamente sencilla, el demonio cazador había derrotado a su hermano Karasu, al “Hijo de la Muerte”, quien lo veía desde las sombras con expresión aterrada y sorprendida, al fin lo había logrado, ahora el era el asesino más poderoso del infierno, dejó a la escoria que ahora representaba su hermano, entrando por una cortina roja hacia un balcón a una gran altura sobre una torre…
Keidis nunca había estado en el lugar, pero conocía la historia a la perfección como para saber donde estaba, la Plotomea, lugar donde residía la armada más poderosa de todas, un ejército de feroces guerreros, que al ver a Keidis… se inclinaron.
El demonio aspiró el ardiente aire del lugar, las montañas de fuego se alzaban con magnificencia, pero se veían insignificantes ante el lugar donde Keidis dominaba el mundo.
Y luego se vio liderando el ataque contra las últimas y patéticas tropas de Lucifer, tomando el control de todo el infierno, haciendo en el mundo su voluntad, solo un enemigo más, el reino celestial era fuerte pero gradualmente, sabía que el mundo sería suyo, todo lo que siempre había anhelado, el poder, la autoridad, todos los demonios inclinándose ante el, no estaba seguro de cómo es que había llegado aquí, como es que lo que pensaba haber vivido era más que una fantasía que seguramente se le ocurrió en un momento de ocio que no estaba seguro de haber tenido, nada de eso era importante, ya era todo lo que necesitaba…
-Jinn Keylix…-dijo Karen, quien aunque su rostro no dejaba verlo, había una sonrisa en su voz-quien lo diría…-
El demonio la miraba con rencor, arrodillado en el suelo, con una mano sobre el estomago, en un vano intento de retener el rio rojo manante de su cuerpo…
A su alrededor todo era desolación, cientos de ángeles y demonios esparcidos a donde quiera que uno mirara, pero a ella no le importaba en lo absoluto, al fin tenía al demonio donde lo quería, débil, vulnerable, un trabajo que se había retrasado durante ya varios años, su pequeño asunto inconcluso que al fin iba a terminar, solo tenía que asestar un golpe, un miserable ataque, a tan reducida velocidad que le daría tiempo de disfrutar el dulce y frio sabor de la victoria, pero antes, quería disfrutar de otro tipo de tortura que una criatura tan vil se merecía.
-¿Valió la pena todo esto, Jinn?-se burló ella, esta vez si estaba sonriendo.
El demonio no respondió, siguió mirándola con ojos llenos de furia y fuego, pero ese mismo brillo se estaba debilitando frente a la magnitud de las heridas, ella se regodeaba al verlo sin su poder, sin la confianza que había tenido, pero ya era hora de ponerle fin a una maldición que la había dañado no solo a ella, sino a varias personas más en el trayecto. Ella tomó el mango de su alabarda con fuerza, el final se acercaba…
Arnes despertó, no sobresaltado como normalmente lo hacía, aunque no ubicaba exactamente cuando había despertado de esa manera, pero de hecho, no importaba, ya que el reloj le marcaba que ya era tarde para llegar a la escuela, se preparó lo más rápido posible y subió a su auto.
Si había algo en el mundo que a Arnes le hacía sentir bien, ese era su auto, un Stingray modificado, pero ahora no estaba enfocado en esto, sino en que tenía que manejar lo más rápido posible sin que alguien le levantara una multa (o una demanda), se sintió muy afortunado cuando aparcó frente a la escuela justo antes de que cerraran.
-¡Que onda, Arnes!-el miró en la dirección en la que un chico lo saludaba, y le devolvió el saludo con algo de asombro, mientras se dirigía a su clase, se repitió varias veces e incluso había quien le daba las gracias por algún favor que el no recordaba, para el final de la clase de inglés, lo habían invitado a quien sabe cuantas fiestas, por lo visto el viernes no iba a dormir…
“Si me decido a ir” se recordó Arnes, quien no entendía como es que súbitamente era el amigo de todo el mundo, a pesar de no recordar alguna vez que no hubiera sido así, todo el mundo conversaba con el, le pedían consejos (o tareas), y le pedían opiniones, todo como si siempre lo hubieran hecho.
-¡Hola! ¿Como estás?- preguntó una voz aguda durante el receso, entre las varias personas que rodeaban, el miró allí y vio a una chica de corta estatura (desde su perspectiva, claro), con cabello oscuro y piel morena, que lo miraba con unos ojos color bronce, el devolvió el saludo de la mejor manera que pudo, aún no estaba acostumbrado a que la gente le prestara tanta atención.
-Ahh… ¿Quieres ir a la fiesta del viernes?-preguntó, había algo raro en sus ojos, pero el no supo ver que era.
“Otra más”-¿Claro… a que hora es?-mientras Arnes se arrepentía de haber aceptado en el momento en que le dijeron que desde las nueve hasta que se pudiera.
“Todas las demás son iguales, y en primer lugar ¿Qué están festejando?” pensaba Arnes mientras conducía de regreso a su apartamento, pero antes le dio unas vueltas al parque para aclarar su mente, si bien todo este día había sido extraño (incluso sin saber la razón de eso), se había sentido… bueno, no había manera de saber como definirlo, pero se sintió bien no ser la pieza que sobra, era algo que jamás le había interesado siquiera, y ahora era…extraño.
-Malditos demonios…-
Ella estaba en lo alto de un edificio, de regreso en el mundo humano, ocupada entre vendar la herida de su brazo y disparar a los demonios que detectaba entre las oscuras calles de la ciudad, matarlos era fácil, pero no disminuía la frustración y la furia que bullían en su interior, desde que todo esto comenzó, ya nada era igual…
Todo comenzó hace ya 3 semanas, cuando paseaba casualmente por el centro comercial, ella en realidad no estaba interesada en alguna oferta o algo por el estilo, estaba buscando algo que no estaba en venta, ni quería estarlo, algo que solamente ella sentía de entre toda la gente ahí reunida.
Estaba cazando un demonio…
Y aunque no sabía por que lo cazaba, para quien, o si era necesario, si sabía que tenía el poder para destruirlo, en parte, lo que había hecho hasta ahora era saber si eran demonios que en realidad amenazaran la vida humana, ya que ella había descubierto que otros tantos solamente influenciaban los pensamientos de la gente, si bien esto también era una amenaza a los humanos, estaba dentro de las reglas de este juego en el que de alguna manera ella estaba involucrada también.
De todas maneras, ella pasaba inadvertida mientras registraba el lugar con el aire de una chica que solamente busca extender su guardarropa, y en ese momento, sus ojos detectaron algo que la sacó de balance…
Había un chico, paseando con el mismo aire distraído que ella, pero de una manera mucho más fría y desinteresada, con largo cabello negro y piel clara, alto y con una mirada inexpresiva, pero en esa mirada había algo que no pasó desapercibido ante ella…
Sus ojos eran rojos, apagados y opacos, pero del mismo sobrenatural color rojo de un demonio, había enfrentado suficientes como para reconocer ese matiz en cualquier lado, lo vio pasar junto a ella sin notar nada en específico, ella se quedó mirándolo mientras se alejaba ente la multitud, olvidándose del demonio que estaba rastreando por completo.
Intentó encontrar una explicación lógica para lo que había visto, tal vez era algún drogadicto, o no había dormido bien, o se había conseguido unos buenos lentes de contacto (unos muy buenos), ella lo pensó durante mucho tiempo, varios días, cada vez que se le ocurría una buena razón, la imagen de su fría mirada asaltaba su mente, haciendo de su teoría una vaga excusa para tratar de ocultar lo que era una verdad evidente: ese chico era un demonio, y ella no podía estar tranquila mientras no supiera sus intenciones.
Jinn de helios- Cantidad de envíos : 59
Fecha de inscripción : 22/02/2008
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