Capitulo 31: El peso del Mundo
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Capitulo 31: El peso del Mundo
Pues verán, esta es la parte del capitulo 31 que se va a quedar así xD La segunda parte aún le falta afinación O_o pero si me espero a terminarlo, me van a linchar aquí ._. Así que, lean la primera, y dejen su comentario.
La próxima parte ya no tarda
Alrak se despertó después de una noche difícil, una en la que su sueño había sido interrumpido por la cruda realidad, si bien en este momento no estaba segura de que tanto de esa realidad era cierta, pero para ella, esas cosas ya no tenían sentido… ya nada lo tenía…
Se miró al espejo, mientras tomaba el peine y comenzaba a cepillar su cabello negro y largo, su piel era tostada y sus ojos tenían un curioso matiz anaranjado, muy llamativo, pero que combinaba perfectamente con el resto de sus facciones…
Se preparó para otro día nefasto en la escuela, y antes de salir, escuchó lo que menos quería oír…
-¡Cuando regreses, quiero que limpies la casa hasta que brille, mocosa!-
La voz era de su padre, quien despertaba de una resaca y gritaba desde la sala, Alrak lo ignoró lo mejor que pudo y salió hacia la escuela…
Alrak era bastante infeliz, su madre se había ido a un lugar desconocido cuando ella era muy pequeña, seguramente por la misma causa por la que ella misma era tan desdichada: su propio padre.
Y ahora, ella tenía que soportar todos sus malos tratos, se recordaba a si misma como la cenicienta, siempre haciendo lo que él le ordenaba, no recordaba un solo día en el que no hubiera llorado por los gritos (y a veces golpes) que su padre le propinaba cada vez que regresaba ebrio en una de sus juergas diarias…
Ella salió de su casa en dirección a la escuela, tomándose su tiempo, pues no era que quisiese ir en realidad, después de todo, no tenía mucho apoyo por allá tampoco. Solo el que le daba su novio, y algunas amigas sueltas entre clases con las que contadas veces salía a olvidarse un poco de la vida… pero además de eso, el resto de su día era muy malo…
-Hola, Alrak…-le llamó una chica en cuanto llegó al salón, de cabello rojo y ojos cafés, un poco más alta que Alrak, pero ella era de por sí una chica de baja estatura, no era nada inusual…
-Hola, Casandra…-respondió pálidamente al saludo, mientras suspiraba y se sentaba en su banca con pesadez…
-¿Tu padre otra vez…?-adivinó la pelirroja, Alrak asintió tristemente, para luego darle la cara a su amiga con ojos llorosos…-No te preocupes… pronto todo irá mejor…-
Alrak le sonrió con confianza, en señal de que aceptaba las palabras de Casandra… quizás tenía razón… quizás era cuestión de tiempo para que todo mejorara…
Y esa creencia permaneció durante todo el día en la escuela, hasta la hora de la salida, al menos…
-Alrak…-le llamó otra chica, con los ojos llenos de algo que no sabía explicar…
-¿Qué pasa…?-preguntó, diciéndose en su mente que quizás, solo tal vez, el día de hoy serían buenas noticias, que por lo menos hoy no tendría que lidiar con eso que parecía ser una maldición, una mala estrella que la seguía desde su nacimiento…
-Pues… ehh… yo, vengo a decirte…-la chica parecía no poder articular palabra, era como si lo que iba a decir fuese demasiado penoso, una carga muy pesada…-mejor… velo tú misma…-
La chica le indicó a Alrak que le siguiera, y ella dudó un momento antes de empezar a caminar tras ella, como si sus pies estuvieran cubiertos de plomo…
La condujo hasta la parte de atrás de la escuela, mientras deseaba con todas sus fuerzas que lo que fuera que estuviese a punto de encontrarse fuese algún tipo de mala broma, y no solo otra irónica manera de demostrar que su vida estaba repleta de desgracias…
Pero no era así… y cuando estuvo en el lugar, y miró a las dos personas en medio del patio, besándose, las lágrimas no esperaron para aparecer en sus ojos…
Era Casandra, quien bien habría podido considerar su mejor amiga, y el novio de Alrak… ninguno de los dos se había dado cuenta de la presencia de ella, y tampoco quería que la notaran… por ella, podían irse al demonio los dos. Es más: Todo el mundo se podía ir al infierno…
Salió corriendo y llorando desconsoladamente, mientras pensaba en lo estúpida que había sido por confiar en él, por lo ingenuos e infantiles que fueron sus pensamientos, sus miserables esperanzas de un pedazo de felicidad, que ahora habían sido reducidas a no más que unas pocas migajas en el suelo…
Alrak siguió hasta su casa, puesto que no tenía otro mejor lugar a donde ir, esperando que su padre hubiese salido o estuviera dormido. Pero en cuanto entró, supo que desafortunadamente, él estaba en la casa, despierto y con su habitual mal humor…
-Haz tu tarea y limpia la casa, mocosa…-le ordenó con desdén, pero ella lo ignoró y se metió en su cuarto, evitando con todas sus fuerzas no dar un portazo al cerrar… se tumbó en su cama, mientras sollozaba amargamente… lo único en lo que pensaba ya no era que su novio la hubiese estado engañando, si no que era justo lo que había pensado en la mañana, que lo único que valía la pena eran esos pedazos de amistad y amor que ahora se habían ido al drenaje… pensaba que era como el juguete de Dios, una muñeca a la que podía tirarle todas las desgracias que quisiera, si es que de hecho existía… a veces deseaba estar muerta…
Pero solo ahora la idea no le pareció tan descabellada… después de todo, ahora ya no había nada que pudiera perder; todo en lo que alguna vez creyó se había desvanecido en el aire como el polvo en una ventisca… ya no quedaba nada, y estaba segura de que después, tampoco había nada, por que con todo lo que le había pasado en su vida, estaba segura de que no había nadie vigilándola, su vida de hecho no significaba nada, y después de ella, tampoco había nada, la única diferencia era si podía percibirlo o no… Si ya no tenía que enfrentarse a esta pesadilla vacía en la que pseudo-existía, pues para ella sería mucho mejor…
Ya era suficiente, lo tenía simplemente decidido, ni aunque hubiera alguien dispuesto a evitarlo iba a cambiar de opinión…
Se acabó… esta misma noche… todo va a terminar…
Y para su sorpresa, encontró que todo encajaba a la perfección, como si lo único que fuese a salir bien en su vida fuese el fin de esta. Su padre se iría de juerga como siempre acostumbraba, y entonces ella estaría libre de hacer lo que le diera la gana, ya no tendría que seguir soportando el peso del mundo en sus hombros, medido enteramente en dolor y lágrimas, al fin podría ser libre, de una forma u otra, por lo menos más de lo que había sido hasta ahora…
Y con esto en mente, se puso a pensar de qué manera podría acabar con su vida… Algo que aunque le daba miedo, no podía dejar de contemplar, todo era cosa de tiempo, y oportunidad, y si fallaba en eso, se sentiría más frustrada aún… Le daba terror la idea de ahogarse, y conseguir algún veneno seguro la haría sentirse pésimo, además de ser tardado cuando necesitaba un alivio rápido a esa pesadilla… otra opción sería desangrarse, pero seguramente sería doloroso… parecía que lo mejor que podía hacer era tirarse de un lugar alto, para que la posibilidad de sobrevivir fuera la mínima posible…
Y así sería… ya desde ese momento, se sentía libre, como si todo eso que la había preocupado se hubiese ido con el viento… Se recostó en la cama, ignorando la tarea que no iba a tener que entregar mañana, ni tampoco el quehacer que su padre de todas maneras no iba a notar hasta el día siguiente, cuando quedara sorprendido al ver en el noticiero que su sirvienta se había tirado del puente de transito, para luego seguir con su día más preocupado por la resaca que por algo más…
Solo era cosa de esperar, nada más, aunque toda la idea le provocaba una extraña emoción; ser libre al fin, no tener que soportar engaños, ni decepciones, ni tristeza, ni frustración, ya no más… era una sensación indescriptible, algo que ella no había sentido jamás, pero que le daba paz, y que la mantenía a la expectativa… ¿Qué más podía ser, sino felicidad? Ella no recordaba que era la felicidad, o como se sentía, pero esto era ahora lo más cercano a ella que tenía… y lo estaba disfrutando…
-¿Cuánto más tardará esto?-se preguntó en voz alta, dando cuenta de la impaciencia que tenía por acabar con el asunto de una buena vez. Estuvo en su cuarto durante varias horas, entreteniéndose en lo que fuese, como leer, o tratar de contar de manera tediosa e infructuosa los cuadritos del techo, incluso quiso escribir una carta póstuma, de la que desistió después de varios intentos luego de darse cuenta de que, en realidad, no tenía a nadie a quien escribirle…
La próxima parte ya no tarda
Alrak se despertó después de una noche difícil, una en la que su sueño había sido interrumpido por la cruda realidad, si bien en este momento no estaba segura de que tanto de esa realidad era cierta, pero para ella, esas cosas ya no tenían sentido… ya nada lo tenía…
Se miró al espejo, mientras tomaba el peine y comenzaba a cepillar su cabello negro y largo, su piel era tostada y sus ojos tenían un curioso matiz anaranjado, muy llamativo, pero que combinaba perfectamente con el resto de sus facciones…
Se preparó para otro día nefasto en la escuela, y antes de salir, escuchó lo que menos quería oír…
-¡Cuando regreses, quiero que limpies la casa hasta que brille, mocosa!-
La voz era de su padre, quien despertaba de una resaca y gritaba desde la sala, Alrak lo ignoró lo mejor que pudo y salió hacia la escuela…
Alrak era bastante infeliz, su madre se había ido a un lugar desconocido cuando ella era muy pequeña, seguramente por la misma causa por la que ella misma era tan desdichada: su propio padre.
Y ahora, ella tenía que soportar todos sus malos tratos, se recordaba a si misma como la cenicienta, siempre haciendo lo que él le ordenaba, no recordaba un solo día en el que no hubiera llorado por los gritos (y a veces golpes) que su padre le propinaba cada vez que regresaba ebrio en una de sus juergas diarias…
Ella salió de su casa en dirección a la escuela, tomándose su tiempo, pues no era que quisiese ir en realidad, después de todo, no tenía mucho apoyo por allá tampoco. Solo el que le daba su novio, y algunas amigas sueltas entre clases con las que contadas veces salía a olvidarse un poco de la vida… pero además de eso, el resto de su día era muy malo…
-Hola, Alrak…-le llamó una chica en cuanto llegó al salón, de cabello rojo y ojos cafés, un poco más alta que Alrak, pero ella era de por sí una chica de baja estatura, no era nada inusual…
-Hola, Casandra…-respondió pálidamente al saludo, mientras suspiraba y se sentaba en su banca con pesadez…
-¿Tu padre otra vez…?-adivinó la pelirroja, Alrak asintió tristemente, para luego darle la cara a su amiga con ojos llorosos…-No te preocupes… pronto todo irá mejor…-
Alrak le sonrió con confianza, en señal de que aceptaba las palabras de Casandra… quizás tenía razón… quizás era cuestión de tiempo para que todo mejorara…
Y esa creencia permaneció durante todo el día en la escuela, hasta la hora de la salida, al menos…
-Alrak…-le llamó otra chica, con los ojos llenos de algo que no sabía explicar…
-¿Qué pasa…?-preguntó, diciéndose en su mente que quizás, solo tal vez, el día de hoy serían buenas noticias, que por lo menos hoy no tendría que lidiar con eso que parecía ser una maldición, una mala estrella que la seguía desde su nacimiento…
-Pues… ehh… yo, vengo a decirte…-la chica parecía no poder articular palabra, era como si lo que iba a decir fuese demasiado penoso, una carga muy pesada…-mejor… velo tú misma…-
La chica le indicó a Alrak que le siguiera, y ella dudó un momento antes de empezar a caminar tras ella, como si sus pies estuvieran cubiertos de plomo…
La condujo hasta la parte de atrás de la escuela, mientras deseaba con todas sus fuerzas que lo que fuera que estuviese a punto de encontrarse fuese algún tipo de mala broma, y no solo otra irónica manera de demostrar que su vida estaba repleta de desgracias…
Pero no era así… y cuando estuvo en el lugar, y miró a las dos personas en medio del patio, besándose, las lágrimas no esperaron para aparecer en sus ojos…
Era Casandra, quien bien habría podido considerar su mejor amiga, y el novio de Alrak… ninguno de los dos se había dado cuenta de la presencia de ella, y tampoco quería que la notaran… por ella, podían irse al demonio los dos. Es más: Todo el mundo se podía ir al infierno…
Salió corriendo y llorando desconsoladamente, mientras pensaba en lo estúpida que había sido por confiar en él, por lo ingenuos e infantiles que fueron sus pensamientos, sus miserables esperanzas de un pedazo de felicidad, que ahora habían sido reducidas a no más que unas pocas migajas en el suelo…
Alrak siguió hasta su casa, puesto que no tenía otro mejor lugar a donde ir, esperando que su padre hubiese salido o estuviera dormido. Pero en cuanto entró, supo que desafortunadamente, él estaba en la casa, despierto y con su habitual mal humor…
-Haz tu tarea y limpia la casa, mocosa…-le ordenó con desdén, pero ella lo ignoró y se metió en su cuarto, evitando con todas sus fuerzas no dar un portazo al cerrar… se tumbó en su cama, mientras sollozaba amargamente… lo único en lo que pensaba ya no era que su novio la hubiese estado engañando, si no que era justo lo que había pensado en la mañana, que lo único que valía la pena eran esos pedazos de amistad y amor que ahora se habían ido al drenaje… pensaba que era como el juguete de Dios, una muñeca a la que podía tirarle todas las desgracias que quisiera, si es que de hecho existía… a veces deseaba estar muerta…
Pero solo ahora la idea no le pareció tan descabellada… después de todo, ahora ya no había nada que pudiera perder; todo en lo que alguna vez creyó se había desvanecido en el aire como el polvo en una ventisca… ya no quedaba nada, y estaba segura de que después, tampoco había nada, por que con todo lo que le había pasado en su vida, estaba segura de que no había nadie vigilándola, su vida de hecho no significaba nada, y después de ella, tampoco había nada, la única diferencia era si podía percibirlo o no… Si ya no tenía que enfrentarse a esta pesadilla vacía en la que pseudo-existía, pues para ella sería mucho mejor…
Ya era suficiente, lo tenía simplemente decidido, ni aunque hubiera alguien dispuesto a evitarlo iba a cambiar de opinión…
Se acabó… esta misma noche… todo va a terminar…
Y para su sorpresa, encontró que todo encajaba a la perfección, como si lo único que fuese a salir bien en su vida fuese el fin de esta. Su padre se iría de juerga como siempre acostumbraba, y entonces ella estaría libre de hacer lo que le diera la gana, ya no tendría que seguir soportando el peso del mundo en sus hombros, medido enteramente en dolor y lágrimas, al fin podría ser libre, de una forma u otra, por lo menos más de lo que había sido hasta ahora…
Y con esto en mente, se puso a pensar de qué manera podría acabar con su vida… Algo que aunque le daba miedo, no podía dejar de contemplar, todo era cosa de tiempo, y oportunidad, y si fallaba en eso, se sentiría más frustrada aún… Le daba terror la idea de ahogarse, y conseguir algún veneno seguro la haría sentirse pésimo, además de ser tardado cuando necesitaba un alivio rápido a esa pesadilla… otra opción sería desangrarse, pero seguramente sería doloroso… parecía que lo mejor que podía hacer era tirarse de un lugar alto, para que la posibilidad de sobrevivir fuera la mínima posible…
Y así sería… ya desde ese momento, se sentía libre, como si todo eso que la había preocupado se hubiese ido con el viento… Se recostó en la cama, ignorando la tarea que no iba a tener que entregar mañana, ni tampoco el quehacer que su padre de todas maneras no iba a notar hasta el día siguiente, cuando quedara sorprendido al ver en el noticiero que su sirvienta se había tirado del puente de transito, para luego seguir con su día más preocupado por la resaca que por algo más…
Solo era cosa de esperar, nada más, aunque toda la idea le provocaba una extraña emoción; ser libre al fin, no tener que soportar engaños, ni decepciones, ni tristeza, ni frustración, ya no más… era una sensación indescriptible, algo que ella no había sentido jamás, pero que le daba paz, y que la mantenía a la expectativa… ¿Qué más podía ser, sino felicidad? Ella no recordaba que era la felicidad, o como se sentía, pero esto era ahora lo más cercano a ella que tenía… y lo estaba disfrutando…
-¿Cuánto más tardará esto?-se preguntó en voz alta, dando cuenta de la impaciencia que tenía por acabar con el asunto de una buena vez. Estuvo en su cuarto durante varias horas, entreteniéndose en lo que fuese, como leer, o tratar de contar de manera tediosa e infructuosa los cuadritos del techo, incluso quiso escribir una carta póstuma, de la que desistió después de varios intentos luego de darse cuenta de que, en realidad, no tenía a nadie a quien escribirle…
Jinn de helios- Cantidad de envíos : 59
Fecha de inscripción : 22/02/2008
Re: Capitulo 31: El peso del Mundo
Me agrada la manera en la que enlazaste el capitulo anterior con este, de verdad no pierde el hilo y es atractiva la descripción de como se desarrolla su día, la verdad me esta gustando muchísimo como se desenlaza esta historia, creo que de verdad podemos sacar muchísimo fruto de todo esto, así que sigamos con manos a la obra!!!
P.D. Te dije que volvería a leer toda la historia, desde el principio y terminaría de leer este capitulo antes de que postearas la segunda parte XD jeje.
P.D.2. Dios te bendiga, y echemosle ganas
P.D. Te dije que volvería a leer toda la historia, desde el principio y terminaría de leer este capitulo antes de que postearas la segunda parte XD jeje.
P.D.2. Dios te bendiga, y echemosle ganas
Devil Arnes- Admin
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